Archivo por meses: octubre 2011

Desde Babel, con rencor

Todos son un solo pueblo con un mismo lenguaje, y este es el comienzo de su obra. Ahora nada de cuanto se propongan les será imposible.        
Génesis, 11:6

Hace poco leí este artículo sobre la muerte de las lenguas. Es un artículo antiguo, de hace un par de años, pero llego a mis manos virtuales hace unas semanas. El artículo despierta un debate que se sigue en los comentarios acerca de un interesante dilema moral al que se enfrenta el lingüista interesado en la preservación de las lenguas: la aparente dicotomía entre progreso y desarrollo económico y la preservación de la cultura tradicional.

Fíjense si es un tema que nos preocupa a los lingüistas, que en las cuatro clases de tipología que llevo, ha salido en dos. La cuestión se reduce a la siguiente pregunta: ¿hasta qué punto debemos luchar los lingüistas por la preservación de una lengua con muy pocos hablantes, cuando dicha lengua parece ser un freno al desarrollo de la comunidad?

La cuestión no es simple y debe tener en cuenta factores como la voluntad de la comunidad o el multilingüismo. Es más, creo que todos aquellos personas involucradas en la cooperación al desarrollo se enfrentan a dilemas similares, no necesariamente relacionados con la lengua. Quizá algún día divague sobre este tema aquí, pero no será hoy. Porque hoy estoy demasiado enfurecida ante la superstición y superchería que algunos habitantes de este aterrador primer mundo usan como excusa para extender su concepto de progreso a todos los otros mundos.

En los comentarios al susodicho artículo, encontramos las siguientes perlas:

I think that the reduction in the number of languages spoken is also a great way to help unify the world and the human race in general. How can we expect cultures to keep peace between each other when they cannot understand each other? Having one, or a few global languages will make things much more convenient and seamless. Also languages isolate communities. Which are most likely to be economically weak. ‘Our heritage’ is only history, and history will never and can never be more important than the present or the future. Parsa, UK

“Creo que la reducción en el número de lenguas habladas es también una forma fantástica de ayudar a unificar el mundo y la raza humana en general. ¿Cómo podemos esperar que las culturas mantengan la paz entre ellas cuando no pueden entenderse? Tener una o unas cuantas lenguas globales hará las cosas mucho más convenientes y sencillas. Además, las lenguas aíslan comunidades. Que tienen más probabilidades de ser débiles económicamente. ‘Nuestra herencia’ es solo la historia y la historia jamás será ni puede ser más importante que el presente o el futuro.” Parsa, UK

Most of the problems in the world stem from a lack of communications. If we all spoke English then these problems might disapear. It may be sad to lose other languages, but we must strive for one universal language. Ray Dorrity, Lymington, Hampshire

“La mayoría de los problemas del mundo proceden de una falta de comunicación. Si todos habláramos ingles, estos problemas podrían desaparecer. Puede que sea triste perder otras lenguas, pero debemos luchar por una sola lengua universal.” Ray Dorrity, Lymington, Hampshire

If we as human beings can all communicate in the same tongue, then maybe we will start to treat the whole polulation od [sic] the world equally and that can be no bad thing! David Evans, Frinton on Sea, Essex

“Si, como seres humanos, podemos todos comunicarnos en la misma lengua, entonces puede que empecemos a tratar a toda la población mundial con igualdad y ¡eso no puede ser algo malo!” David Evans, Frinton on Sea, Essex

A good proverb: A house divided against itself cannot stand. The Earth is the home of humans, plants, animals, various forms of life. Right now we humans have divide this home of ours’ into divided nations, languages, religions, etc. In this time and age we need unity more than divisions. What is the point of having hundreds of languages that will make it difficult for people from different places to communicate. A Lwin, Geneva, Switzerland

“Un buen refrán: Una casa dividida contra sí misma no puede aguantar. La Tierra es el hogar de humanos, plantas, animales, varias formas de vida. Ahora mismo nosotros los humanos hemos dividido nuestra casa en naciones divididas, lenguas divididas, religiones divididas, etc. Qué sentido tiene tener cientos de lenguas que dificultan que la gente de distintos lugares se comunique.” A Lwin, Geneva, Switzerland

Después de leerlas, empecé a pensar que a lo mejor es cierto que existen creacionistas en este nuestro primer mundo lleno de progreso y avances tecnológicos. Todos estos comentarios, hechos por personas a las que, sin conocer de nada y a riesgo de prejuzgar, no concedo ni medio dedo de frente y cuya cultura me parece equiparable a la de algunas especies vegetales, se basan en el mito de Babel para aducir una opinión basada en hechos históricos probados, como que la Guerra Civil española no existió, que los judíos alemanes no se hacían entender y por eso Hitler tuvo que exterminarlos o que los genocidios cometidos en Ruanda son solo parte del imaginario popular contemporáneo.

Resulta de cajón de madera de pino curioso que tres de los cuatro comentarios hayan sido escritos por personas que parecen ser del Reino Unido y probablemente sean angloparlantes nativos. Da la impresión de que algunos son tan ombligocéntricos que leen artículos como este y se creen que el mundo entero se pelea por abandonar su lengua para hablar inglés. Que los indígenas del Amazonas, en vez de aprender quechua, aimara, guaraní, portugués o español, por poner algún ejemplo, aprenden inglés, que les es mucho más útil. El otro comentario parece ser de alguien de Suiza y es el único de los cuatro que no menciona la idea de tener una sola lengua, sino simplemente menos de las que tenemos, así que el próximo párrafo  no se le aplica, aunque el sentimiento de desprecio de la entrada en general sí.

Me imagino que esta gente no se ha molestado jamás en aprender otra lengua ni han tenido la suerte de encontrarse en un país lejano (o en su propio país) con alguien que no hable el todopoderoso inglés y haberse podido expresar con sonrisas, miradas de inteligencia (en todos los sentidos), gestos ridículos y palabras negociadas sobre la marcha. Y supongo que nunca han oído hablar de la existencia de intérpretes y traductores. En la cabeza de estas personas, el edificio de la ONU debe de ser un caos, una pesadilla, el infierno hecho realidad. ¡Cómo no va a haber guerras en esta situación, por el amor  de God!

Me imagino también que nunca se les ha pasado por su estrecha cabeza que pudiera ser su lengua la moribunda (porque no parece probable ahora mismo) y ellos o sus nietos los que tengan que abandonarla. Cuando una persona abandona su lengua es una experiencia traumática, pero cuando una comunidad en pleno abandona su lengua, el trauma es mucho mayor. Y hablo de abuelos que apenas pueden comunicarse con sus nietos. Porque, como dijo el profesor de la clase de tipología de la que les hablaba, Eugenio Luján, “es algo que vives como una experiencia íntima, la lengua”. La lengua en la que nacemos es la lengua en la que más cómodos nos sentimos, con la que mejor podemos ser quienes somos.

ADVERTENCIA

Caminen con cuidado estos días, porque si los cuatro genios del día buscan su nombre en Google y lo encuentran rodeado de palabras que no entienden es posible que manden hacia acá una horda de sicarios o algún misil. Bueno, y si las entienden… también.

Plan Renove: traiga sus tiempos compuestos y le damos unos nuevos

Tengo a mi abuelo muy preocupado con mi permisividad lingüística. Bueno, muy preocupado no, porque tengo un abuelo cabal. Dice que lo de que las lenguas cambien está muy bien, pero que no me pase, que hay cosas y cosas. Y mi abuelo tiene razón casi siempre. Y como yo tiendo a creer que tengo razón casi siempre, hoy he decidido ponerme un poquito con el cambio lingüístico.

Las lenguas cambian en cuatro dimensiones (y el cine solo va por la tercera). En primer lugar, cambian con el tiempo. Estarán ustedes pensando en como hablaba el Lazarillo, pero no hace falta irse tan lejos. Por ejemplo, a mi abuelo le preocupa la desaparición del pluscuamperfecto del subjuntivo a causa de la extensión del condicional. Mi abuelo es un intelectual, pero a lo mejor ustedes no, así que les pongo un ejemplo: en una frase como “para engordar, habría tenido que comer” mi abuelo defiende “para engordar, hubiera tenido que comer”. Así que ya ven ustedes, lo que le suena bien a mi abuelo, que es bastante más joven que Calixto (el de Melibea), se oye bastante poco últimamente, al menos en Madrid, que es de dónde somos ambos.

Las lenguas también cambian en el eje espacial. Por ejemplo y para seguir con los tiempos verbales, a pocos de ustedes se les habrá escapado que un bonaerense dice “Hoy desayuné panqueques”, mientras que un madrileño preferiría “Hoy he desayunado tortitas”. El perfecto compuesto apenas se usa en muchas variedades del español (Uruguay, Paraguay, Argentina, el noroeste de España…)

La tercera dimensión es la social. No habla igual el Rey (y miren que es campechano) que un carpintero de un barrio humilde. Si este último es de Madrid (donde vive el Rey), seguramente dirá “Eje”, así, con jota, y sospecho yo que su Majestad dice, en el mismo contexto, “Es que”, así, con ese y con cu.

En la variación social no solo influye la extracción social, sino otros factores como el temible sexo (o género, según lo moderno que seas) o la edad. Ni las mujeres hablamos igual que los hombres ni los niños igual que los jubilados.

La cuarta y última (por lo que yo sé) dimensión es el registro. Las personas, que además de humanas somos muy listas, adaptamos nuestra manera de hablar a nuestro interlocutor. No hablamos igual con nuestro jefe (los que lo tengan) que con nuestros amigos (o no debiéramos). Por ejemplo, un joven madrileño no en el paro puede tildar la misma situación de “muy emocionante” o de “mazo fuerte”, según hable con el primero o con los segundos.

Se habrán dado ustedes cuenta de que estas dimensiones se entrecruzan: lo que es prestigioso socialmente depende del momento y del lugar, igual que los diferentes registros. Por ejemplo, el leísmo de persona masculino, que nuestra querida Academia ya nos consiente, no la veía la RAE con tan buenos ojos en el s. XIX. O la asimilación de la /s/ a la /k/, dando lugar a algo muy parecido a la jota (/x/) o más suave (/h/), que es prestigiosa en Toledo (fíjense en Bono, el de U2 no, el otro), que suena bastante regular en el norte de España y está ganando terreno en Madrid, donde su prestigio empieza a depender del registro (siendo común en algunas situaciones y poco adecuada en otras).

Una observación: habrán notado que pongo muchos ejemplos del habla de Madrid. No es solo porque los madrileños seamos los más mejores y nos creamos el ombligo del mundo, sino porque así me cercioro de no meter la pata, que sé de lo que hablo.

Paso a las conclusiones, en plural. Dejando de lado la idea de que el cambio lingüístico trae aparejado la pérdida de riqueza de la lengua en cuestión, pensemos en la perspectiva que nos da acerca del funcionamiento del cerebro humano. Por ejemplo, la oración de antes, “para engordar, hubiera tenido que comer”, no se encuentra entre las más frecuentes del español. Y este significado del pluscuamperfecto del subjuntivo es muy cercano al significado del condicional en oraciones como “si hubiera querido engordar, habría tenido que comer” (ambas se refieren a un pasado irreal). Por lo tanto, no es sorprendente que ambos se, ¡tatachán!, fusionen.

Por otra parte, cuando algo desaparece de una lengua, puede aparecer algo nuevo. Por ejemplo, un asturiano puede que no diga “he ido a la playa”, pero quizá diga: “tengo ido a la playa”. ¿Me dirán que no es bonito este reanálisis, que repite la historia de haber con el nuevo verbo de posesión, tener? No me lo dirán, no, no.

Fíjense en otra cosa preciosa que está ocurriendo con los tiempos compuestos en español. A estas alturas ya habrán notado que la distinción entre el perfecto simple y el compuesto es bastante inestable (otras lenguas romances, como el francés o el rumano, han perdido una de las dos, que solo queda para la lengua más literaria). Algunas variedades del español andino (en contacto con el quechua) conservan ambos tiempos, pero la diferencia entre ambos ha cambiado de significado. En vez de marcar si el período de tiempo en el que se enmarca la acción está acabado o no (Ayer desayuné – Hoy he desayunado), codifican evidencialidad. ¿Lo qué? La evidencialidad es una categoría gramatical que hace referencia al grado de certeza que se tiene sobre una información. Muchas lenguas del mundo (sobre todo de las “exóticas”, de ahí que sea tan emocionante) la codifican en sus tiempos verbales o con partículas específicas y presentan diversos grados de certeza. En muchas variantes del español empleamos locuciones del tipo por lo visto, se conoce que o dizque para indicar que no conocemos la información de primera mano. En el español andino de Ecuador, sin embargo, lo hacen de otra forma. Cuando dicen Se ha caído el jarrón implican que lo vieron caer, pero cuando dicen Se cayó el jarrón es que lo vieron hecho añicos, por lo que suponen que se ha caído. ¡Aquí no les queda más remedio que admitir la belleza del cambio lingüístico!

Por último y para tranquilizar a mi abuelo: el conocimiento de la norma sí es importante. Y mucho. Si eres ministro, no es buena idea decir que Esta es tu treceava comparecencia, porque a la gente le gusta pensar que sus ministros son cultos, así que lo mejor es que digas decimotercera. Nuestra forma de hablar, igual que nuestra forma de sentarnos, de comer y de vestir, es un reflejo de nuestra educación y es determinante a la hora de desempeñar un papel en la sociedad, en todos los sentidos. Los hablantes que demuestran conocer mejor el español no son aquellos que más palabras esdrújulas usan, sino los que saben cuándo usarlas. Por muy ministro que sea uno, debe saber manejar varios registros y decir, por ejemplo, grave desaceleración económica en el Parlamento, pero crisis de pelotas de cañas con los amigos.