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Dime de qué hablas y te diré quién eres

Uno de los mayores bulos que recorren las facultades de lingüística es el de que los esquimales tienen una auténtica barbaridad de palabras referidas a la nieve. Es el típico ejemplo que alguien pone para mostrar cómo nuestra lengua y nuestra forma de ver el mundo están profundamente intrincadas. Y, aunque lo cierto es que los inuit no tienen tantas palabras para la nieve, parece ser que los sami (de Noruega y Finlandia) sí que tienen un buen montón de ellas.

¿Qué pobre aprendiz de lenguas extranjeras no ha pensado alguna vez «¿Pero qué clase de gente tiene una palabra para decir esto?»? La red está llena de colecciones de palabras de diversas lenguas con significados «extraños» y existe un libro genial dedicado únicamente a eso: El significado de tingo, de Adam Jacot de Boinod. En él descubrimos, entre otras muchas cosas, que tingo, en rapa nui (de la Isla de Pascua), significa «pedirle prestadas cosas a un amigo de una en una hasta vaciarle la casa», o que en shona, hablada en Zimbabue, tienen por lo menos ocho formas diferentes referidas a la acción de andar, una de las cuales (pushuk) significa hacerlo con un vestido muy corto.

La teoría de que nuestra lengua materna afecta nuestra forma de percibir el mundo (relativismo lingüístico o hipótesis de Sapir-Whorf) es desde luego interesante. Aunque ahora mismo está claro que nuestra lengua no marca radicalmente nuestra conceptualización del mundo, todos aquellos no daltónicos que tenemos palabras diferentes para el rojo y para el amarillo nos quedamos muy sorprendidos al descubrir que hay lenguas que usan la misma para ambos colores y no podemos evitar preguntarnos si verán dichos colores igual que nosotros.

Aunque podemos plantearnos cuestiones mucho más profundas acerca de la influencia de la lengua en nuestra forma de pensar (algunas lenguas, por raro que nos parezca, no tienen adjetivos, sino que expresan las cualidades con verbos), hoy no me voy a poner tan filosófica. La existencia de muchas palabras para designar conceptos semejantes se da también en los lenguajes de especialidad (por ejemplo, los esquiadores disponen de más términos para calificar la nieve que los que nunca la han visto: papa, dura, polvo, virgen…) y podemos considerarlo un mero indicador de en qué tipo de cultura se ha desarrollado determinada lengua, ¿no? Parece razonable. ¿A ustedes también se lo parece? Estupendo. Quedemos en eso, pues.

Ahora, a ver si adivinan qué lengua tiene, por lo menos, cuarenta y siete (sí, 47) palabras para designar los «residuos del alimento que, después de hecha la digestión, despide el cuerpo por el ano» (descripción que agradezco a la RAE). ¡BINGO! Somos de una riqueza a la hora de entrar en detalles, que ustedes verán si les conviene seguir viendo razonable lo anterior y qué dice esto de nosotros entonces:

Para empezar, tenemos unos cuantos (quince, sí, 15) genéricos. Por otra parte, nos preocupa claramente quién sea el dueño del ano en cuestión. Además, solemos distinguir si se trata de porciones o de la cuestión bien completita, el estado de la materia en que se encuentra, su forma, dónde se halla e, incluso, del modo de expulsión. Les dejo aquí un «pequeño» esquema:

·      Genérico: excremento, frez, egestión, catalina, caca, ñisca, acatanca, ñaña, deyeccion, catanga, heces, cagada, mierda, plasta.

§  Sólido: cerote.

§  En forma de torta seca (repito: en forma de torta seca): poneca.

§  Fósil: coprolito.

§  En el suelo o la calle: privada.

·      Humano: jiña, zulla, chichina, popó, majada, cámara, aguas mayores.

§  De niños recién nacidos: alhorre, pez.

§  Porción compacta expelida de una sola vez: zurullo, mojón, mocordo, chorongo.

§  Sólido: naco.

§  En forma de bulto: bojote.

·      Animal: estiércol, majada, freza.

§  De perro: canina.

§  De ganado vacuno o semejantes: boñiga.

o   Porción: boñigo.

§  De ganado vacuno o caballar: bosta.

o   De caballería (porción): cagajón.

o   Seco: burril.

§  De ganado cabrío: carajón.

§  De ganado cabrío y lanar: sirle.

o   Porción: cagarruta.

§  De gallina: gallinazo o gallinaza.

§  De aves de rapiña: tullidura.

§  De ave marina: guano.

§  De paloma: palomina.

§  De murciélago: morceguila.

Y este, damas y caballeros, es un perfecto ejemplo de cómo dar apariencia de sesudez y academicismo a una entrada sobre la, simple y llanamente, caca. ¡Feliz Navidad a todos!

PD: Este post no hubiera sido posible sin el DRAE ni el DIRAE.

PPD (actulización a 27 de noviembre de 2014): Gracias a inestimable colaboración ciudadana estamos ampliando el catálogo con formas no documentadas en el DRAE. ¡Gracias, caquistas!