Archivo por meses: abril 2012

Las mariposas de Huelva

*ADVERTENCIA: Es posible que hacia el final se ponga un poco cursi la cosa. Cuando me da la vena, no hay nada que hacer.*

«Algunos corpiños como “filo”, que quería decir amistad y “logos”, que quería decir palabra, abrigaban mucho y permitían variaciones muy interesantes. Ella un día los puso juntos y resultó un personaje francamente seductor: el filólogo o amigo de las palabras. Lo dibujó en un cuaderno tal como se lo imaginaba, con gafas color malva, un sombrero puntiagudo y en la mano un cazamariposas grande por donde entraban frases en espiral a las que pintó alas. Luego vino a saber que la palabra “filólogo” ya existía, que no la había inventado ella.»

    Carmen Martín Gaite, Nubosidad Variable

El fin de semana pasado, la provincia de Huelva se inundó de filólogos a la caza de  fenómenos dialectales, sin más arma que una grabadora y un bloc de notas. Cada año, en la Universidad Autónoma de Madrid, Inés Fernández-Ordóñez organiza un viaje de prácticas gracias al cual los estudiantes de los últimos cursos de Filología Hispánica llevan a cabo el que suele ser su primer trabajo de campo. En cada viaje se escoge una provincia determinada y se cubre su territorio entrevistando a hablantes rurales. Así ocurre desde 1990 y todo este trabajo es en el que se basa el Corpus Oral y Sonoro del Español Rural (COSER).

Por medio de estas entrevistas se obtienen muestras de fenómenos dialectales, que  nos dan una imagen más exacta de qué es el español peninsular y nos permiten entender mejor cómo cambian las lenguas. No me resisto a poner un ejemplo… En español estándar (ya saben, el que recomienda la RAE) y en el que hablamos muchos, ustedes va acompañado de las formas verbales y los pronombres personales de 3ª persona del plural, igual que ellos o ellas:

·      Ustedes márchense a casa.

·      ¿Ustedes han visto la catedral?

·      Cuando les vimos a ustedes…

En rumano, sin embargo, el equivalente de ustedes (en su uso de alocutivo de cortesía; y similar en su origen, ya que significa literalmente ‘vuestra señoría’, mientras que ustedes viene de vuestras mercedes) es dumneavoastră y concuerda con las formas verbales y los pronombres de 2ª persona del plural, igual que vosotros (voi en rumano):

·      Dumneavoastră duceți-vă    acasă.

           lit. ‘Ustedes      marchaos    a casa’

·      Dumneavoastră ați       văzut biserica?

           lit. ¿Ustedes    habéis visto  la iglesia?

·      Când           văd pe dumneavoastră…

           lit. Cuando os veo a    ustedes…

En Andalucía Occidental nos encontramos un estadio intermedio entre ambas situaciones: ustedes algunas veces aparece con verbos o pronombres en 3ª persona del plural y otras, en 2ª persona del plural:

·      ¿Se vais hoy?

·      No sé si ustedes habéis pasado por ahí

·      No sé si ustedes sabrán…

·      ¿Ustedes qué venís haciendo, una encuesta?

Averiguar en qué condiciones aparecen unos u otros nos permite observar en vivo el paso de dos estadios extremos (el español estándar o general y el rumano) y tratar de averiguar cómo se produce dicho cambio.

Por supuesto, estos ejemplos hacen las delicias del dialectólogo en general y de alguno en particular. Sin embargo, el trabajo de campo tiene muchas otras satisfacciones, en absoluto exclusivas del lingüista. A lo mejor ya han notado en alguna otra entrada la euforia con la que regreso de encuestar, abrumada por la amabilidad de las personas que deciden dedicarnos su tiempo y las historias que nos prestan. Ahora imagínense a veinticinco personas invadiendo los pueblos onubenses, cuyas casas suelen tener las puertas entornadas, en una invitación a los vecinos a asomarse, saludar, pedir un poco de hierbabuena, estar de cháchara mientras el potaje humea en la cocina… Veinticinco personas adentrándose en dichas casas, charlando con sus habitantes, aprendiendo sobre tradiciones y costumbres que se pierden, escuchando anécdotas fabulosas, probando frutas en anís o bebiendo agua de manantial… El fin de semana se envuelve en una atmósfera embriagante, mezcla de entusiasmo, fascinación, risas, cansancio… Y a mí, que por no ser gran bebedora no estoy acostumbrada a los efectos de la embriaguez, se me sube rápido a la cabeza y me vienen muchas ganas de pasar una buena parte de la vida así; lejos de la ciudad, charlando en un patio, cogiendo el postre de un árbol y, claro está, cazando mariposas con un sombrero puntiagudo.

¿Estudias, trabajas o qué?

Escribo para llenar un vacío. Que poético, me dirán. Un vacío en su alma, pensarán. Pues no, pero casi, les responderé prontamente. Un vacío léxico[1], que me trae por la calle de la amargura, que, por cierto, es una –o, más bien, muchas– calle de verdad. Explicar un vacío léxico no es tan fácil como parece; entre otras cosas, por razones obvias: faltan las palabras.

Pónganse en situación: son ustedes doctorandos (en cualquier materia) y no viven solos: ya sea con sus padres (lo más probable), con unos amigos o, por qué no, en pareja. Acaban de desayunar y dicen (elijan una opción):

a) Bueno, me voy a trabajar.

b) Bueno, me voy a estudiar.

c) Bueno, me voy a continuar con el desarrollo de mi tesis.

Si usted ha elegido c), miente como un bellaco, así que elija otra. No importa lo muy queridos que sean los cohabitantes de su hogar y lo bien que sepan que ustedes hacen una tesis, obtendrán una de las siguientes respuestas:

a) ¿A trabajaaaaaaaaaaaar?

b) ¿A estudiaaaaaaaaaaaar?

Algún listillo me dirá que ha elegido la d) «Bueno, me voy.» Eso es lo que acabamos haciendo todos. Pero a mí me deja un saborcillo de tristeza; a veces le apetece a uno decir a dónde se va, como todos los demás. Por otra parte, hay algunas situaciones en la vida de uno en las que hace falta especificar la actividad de ese mismo uno.

Lo que intentaba sugerir con este pequeño test tipo SuperPop es que en nuestro querido idioma a mí me falta una palabra que signifique ‘desempeñar las actividades necesarias para el desarrollo de una tesis doctoral’. Creo que lo que hace que dicha palabra no pulule por ahí todavía es la diversidad de tareas que puede suponer hacer una tesis. Así, por actividades necesarias puede entenderse leer, pipetear, pasar el día observando el comportamiento de niños, hacer trabajo de campo, clasificar datos, analizarlos, listar bibliografías o muchas otras cosas.

Sé que no está en mano del común de los mortales inventarse una palabra (el DRAE solo recoge dos palabras con copyright: gas y jitanjáfora) y que el colectivo de doctorandos no se caracteriza por su prestigio, pero hoy quiero hacer un llamamiento a dicho colectivo. ¡Luchemos contra nuestra invisibilidad! ¡Unámonos por nuestro derecho a no tener que explicar qué es una tesis cada poco! ¡Saltemos a la calle! ¡Acampemos en las salas de becarios! ¡Para que dentro de unos meses, «¿Estudias o trabajas?» tenga una TERCERA opción!

Por supuesto, el primer paso es analizar nuestras opciones. La más clara es tesear, que es la que se forma con más naturalidad en la lengua. A mí me parece corta, yo soy más rimbombante, pero tengo algún amigo que la usa de vez en cuando. Por cierto, parece que hay algún otro que la usa con un significado un poco diferente (¿a partir de tesón?). Yo voy a empezar a usar teshacer, que tiene una especie de incorporación de objeto convertido en un pseudoprefijo y además es irregular (Teshago mejor por las mañanas). Aunque mi madre me ha propuesto tesistear, que me gusta, y voy a usarla más en plan coloquial, entre amigos y esas cosas. Si no les gusta ninguna, pero sienten el mismo vacío, cojan otra, junten letras al azar o creen extraños cruces como tesbajar, y cuélenlas siempre que puedan en la conversación, rellenen sus estatus de Facebook y Tuenti con ellas, escríbanlas en sus e-mails a sus directores de tesis, pónganlas como hashtag en sus tuits, invéntense refranes (dando ejemplo: A quien tesea, el ministerio le torea)…Teseen, teshagan, tesisteen… a viva voz.


[1] Un vacío léxico, para los que sigan despistados pensando en poesía, suspiros y dientes como perlas, es un hueco en el vocabulario: la falta de una palabra para designar un concepto.