Archivo por meses: abril 2017

Siempre en medio

Hagamos una prueba. Llega la hora de acostarse y se va usted tan feliz a su cama, deseoso por fin de abrir un libro. Desdobla la página por la que iba y se pone a ello. Y llega al siguiente párrafo:

 Al llegar a este punto arrimó el taburete al fuego, se sentó en él y tomó posesión de la cocina. Al principio, la chica le extrañaba. Decía desabridamente: “Venga, ahueque”. O, si acaso: “Usted siempre en medio como los miércoles”

 Tras leer esto:

 a)     Pega usted un sobresalto.

b)    Sigue usted leyendo tan tranquilo.

 Si ha elegido usted la a), es una persona normal, como certifica la siguiente encuesta (realizada siguiendo todos los cánones científicos), que avala que el 70 % de la población considera que lo que está en medio es el jueves y no el miércoles. Es decir, sabe usted contar.

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Seguramente está usted ahora muy preocupado por ese 21 % de la población con evidentes problemas para averiguar cual es la mitad de 7. ¿Cómo se queda, por cierto, si le digo que el autor del libro que estaba usted leyendo era Miguel Delibes? Sí, amigo, Delibes, en La hoja roja. No sé usted, pero yo a Miguel Delibes (no así a mis congéneres tuiteros) le concedo el beneficio de la duda y le tengo que buscar una explicación convincente a este despropósito más allá de una ignorancia matemática galopante.

Lo cierto es, de hecho, que hubo una época en la que el miércoles estaba el medio. Aunque quizá “una época” no es el término adecuado: la semana litúrgica comienza en domingo y acaba en sábado (quizá alguna vez hayan metido la pata consultando una fecha en uno de esos calendarios que ponen el domingo lo primero). Ya les hablé una vez de la etimología de los días de la semana, que en general vienen de los nombres de cuerpos celestes (lunes – Luna, martes – Marte…, creo que se ve). Esto era una cosa de una paganidad muy grande, claro está, pues estos vienen a ser nombres de deidades romanas. Así que la Iglesia propuso en un momento dado (de la Antigüedad tardía, según la Wikipedia) cambiar estos nombres y simplemente numerar los días de la semana siguiendo la semana litúrgica, es decir, de domingo a sábado. La verdad es que le hicieron tirando a poco caso y solo el gallego-portugués conserva ese sistema entre las lenguas romances: en portugués el lunes es segunda-feira; el martes, terça-feira; el miércoles, quarta-feira; el jueves, quinta-feira, y el viernes…, sexta-feira, exacto. El alemán conserva un resto de este sistema al llamar al miércoles mittwoch (‘media semana’) y el islandés hace una mezcla entre días dedicados a cuerpos celestes (domingo: sunnudagur ‘día del sol’, lunes: mánudagur ‘día de la luna’), a actividades rutinarias (viernes: föstdagur ‘día de ayuno’, sábado: laugardagur ‘día de lavar’, ¡cuánta sabiduría!) y el sistema eclesiástico numerado (martes: þriðjudagur ‘tercer día’, miércoles: miðvikudagur ‘media semana’, jueves, fimmtudagur ‘quinto día’). Es más, aunque en gallego ahora conviven los dos sistemas, en este vídeo tan interesante (cortesía de Xurxo Diz) se ve que hasta principios del siglo pasado resistían uno o dos sistemas mixtos (que estaban por ahí desde la Edad Media), en los que alternaban los nombres paganos con el sistema numerado, del que se mantenían corta-feira (y variantes fonéticas), quinta-feira y sexta-feira, para miércoles, jueves y viernes respectivamente. Y otro pequeño resto que queda en asturiano, como me sopla Sara de Albornoz, es el uso de «sestaferia» para referirse al trabajo comunal, que solía hacerse los viernes.

La verdad es que no he encontrado ninguna prueba documental de nuestro dicho estar más en medio que X, así que no puedo mostraros que ambas formas alternaban y no puedo defender a ciencia cierta que Delibes usara una versión de la expresión que se ha quedado anticuada al dejar de concebir el domingo como el primer día de la semana. Lo que sí puedo atestiguar es que los diccionarios —académicos y no académicos— definen miércoles como el cuarto día de la semana hasta ¡1992!, donde mencionan por vez primera que es el tercero de la semana civil. La única excepción es el diccionario de Terreros, que ya en 1787 indica que es el “tercer día de labor de la semana”. A mí esto me vale para defender a Delibes.

Aaaaaaunque, lo cierto es que aquellos que se atrevieron a defender su pobreza de juicio al elegir miércoles en la encuesta no lo hicieron acudiendo al concepto de semana litúrgica, sino que están simplemente convencidos de que la lógica de la expresión viene de que “el fin de semana no se cuenta”. Qué quieren, los milenials somos así. Esto de otorgar una nueva lógica a algo que no se entiende (dando por hecho que el origen de estar en medio como el miércoles sea efectivamente la numeración litúrgica) se conoce técnicamente como reanálisis y es una cosa muy común, que explica formas como el amoto por la moto: en español hay tan poquitas palabras femeninas que acaban en –o que no hay nada más natural que, al oír Voy a subirme a la moto, entender Voy a subirme al amoto. O esta anécdota en inglés de Lard_Baron, que es una de las mejores historias del internet entero:

France is Bacon

Fuente: aquí

 

Traducción (con sus carencias):

Cuando era pequeño, mi padre me dijo “Knowledge is power, Francis Bacon” (‘El conocimiento es poder, Francis Bacon’).

Yo lo entendí como “Knowledge is power, France is bacon” (‘El conocimiento es poder, Francia es beicon’).

Durante más de una década me pregunté el significado de la segunda parte y cuál era la conexión surrealista entre ambas. Si le decía la cita a alguien, “Knowledge is power, France is bacon”, asentían al reconocerla. O alguien decía “Knowledge is power” y yo acababa la frase con “France is bacon” y no me miraban como si hubiera dicho algo muy raro, sino que mostraban pensativos su acuerdo. Le pregunté a un(a) profesor(a) qué significaba “Knowledge is power, France is bacon” y me llevé una explicación de diez minutos enteros sobre la parte de “Knowledge is power”, pero nada sobre “France is bacon”. Cuando pedí más explicaciones al preguntar “France is bacon?”, solo me llevé un “Sí”. Con doce años había perdido la confianza para seguir investigando. Simplemente lo acepté como algo que jamás entendería.

No vi la luz hasta años después, cuando lo vi por escrito.

*Actualización (10 de abril de 2017): A partir de esta historia, un montonazo de usuarios compartieron desternillantes casos de reanálisis morfológico en Twitter. Los he recopilado aquí y os puedo garantizar unas cuantas carcajadas: https://twitter.com/i/moments/850614204872744964*