Belguismos GENTiles

Sé que he estado muy callada estos últimos meses. Mis planes de comentar a todo comentar cosillas sobre el flamenco (el idioma) no era más que la típica promesa electoral, así que me vi obligada a no cumplirla, claro que por fuerza mayor. Me obligó Europa, sí, pero ahora tengo un archivo de texto llamado “Capítulo 1” de más de 100 páginas que me hace pensar que Yes, I can. Me queda, pero I can.
Aunque nunca es tarde, si la dicha es buena, dicen. Y yo buena no sé, pero redicha un rato. El plan de hoy es un comentario lingüístico de fotografías[1], de aquellas que fui haciendo estos meses pensando en el blog y que luego se quedaron enterradas en alguna esquinita de mi ordenador. Pasear, visitar, conocer, vivir y fotografiar un país bilingüe en el que además se habla una lengua germánica poco conocida (estoy hablando de Bélgica, para los despistados) hace que cualquier filólogo tras ver cuatro carteles se sienta un sir William Jones en potencia y se ponga a sacar reglas de evolución fonética como churros (churros de muchas y de malas, digo), usando el inglés para el método comparativo. Pero no se preocupen, les ahorraré mis cábalas fonéticas.

‘Casa de cerveza’, en Groentenmarkt, Gante
Una de las cosas que más gracia hacen al lego del neerlandés es que casa es huis. Vamos, que house, en vez de house, es huis. “Jujujú, huis”  es la reacción más extendida.  Lo curioso, sin embargo, es que grafías tan dispares como la inglesa house, la neerlandesa huisy la alemana haus encubren pronunciaciones bastante parecidas (que pueden oír en los enlaces).

De esto que estás visitando la torre del campanario de Gante, llegas a un piso lleno de campanas y tratas de descifrar el cartel que da información de los relojes, klokken. ¿Reloj? ¿Reloj? ¿Pero qué reloj, si esto son campanas? Efectivamente, klok en neerlandés no es solo ‘reloj’, sino también ‘campana’. O mejor dicho, en inglés clock no es ‘campana’, sino ‘reloj’. Es la palabra inglesa la que viene del neerlandés medieval clocke, tomada a su vez del francés antiguo cloque, que venía del latín medieval clocca, y cuyo origen es probablemente celta (el Marco Polo de las palabras, sí), todo esto si el Online etymology dictionary no miente.
 Vrijdagmarkt nevado, Gante
Algo parecido ocurre con markt, que en neerlandés significa ‘plaza’, además de ‘mercado’. Esto no es extraño, puesto que era en las plazas donde se celebraban los mercados. En rumano, curiosamente, se ha dado el mismo cambio, pero en la dirección contraria: piațăsignifica ‘mercado’. Estos cambios de significado (el de clock, el de markty el de piață), entre una parte y su todo, se llaman metonimias(primer toque gratuito de redichez).



De este cartel en la catedral de Brujas me hizo gracia el uso de las comillas, elegidas por aquello de que «los pobres» no es políticamente correcto, pero que son poco afortunadas, ya que las comillas tienen un uso sarcástico que puede hacer dudar del destino del cepillo. Sin embargo, cuando colgué la foto en Twitter, varias personas me llamaron la atención sobre el hecho de que se usasen las comillas alemanas en inglés y en francés. Segundo toque gratuito de redichez: las comillas españolas (y, por tanto, las que se supone que debemos usar en primer lugar) son estas: «», aunque las inglesas (“”) van ganando la partida.

Esta foto la hizo mi hermana un poco a regañadientes, quizá porque no era la primera que le pedía. Tuve que obligarla, para documentar el uso del plural etimológico latino en una palabra tan frecuente, aunque también existe la posibilidad de acabarla en -s (museums).


Solo me queda despedirme, la segunda vez en pocos días que le digo adiós a Bélgica. Pero me guardo alguna foto en la recámara, para los ratos de morriña.


[1] Por cierto, esto bien hecho se llama paisaje lingüístico y es bastante molón. Aquí tienen un ejemplo, de la mano de Lola Pons.

5 comentarios en “Belguismos GENTiles

  1. También hay «huis» en francés (palabra, pues, casi panbelga, cual si la unión hiciera la fuerza). Pero suena distinto. Tan distinto que en esa casa, si se te cierran las puertas, por muy anticausativo que te quieras poner la culpa (pero culpa, culpa, como culpa infernal) es de los otros.

    Y mi abuela siempre bajaba a comprar a «la plaza» (oh, perdón, unas viles comillas inglesas), que no era tal, sino un mercado de abastos en la angosta calle Altamirano. Cierto, mi abuela también era oriental; pero no tanto.

    Las cuales dos sandeces son tan solo por que no te sientas mal de redicha: como ves, los habemos tredichos. Es lo que tiene la derivación: antes de que te des cuenta, va y se te hace deriva. O peor, metonimia.

  2. Sandeces no sé, pero complemento perfecto de mi lista de ídem, seguro. ¡Gracias por el comentario, que me ha hecho trilusión!

    Por cierto, estaba claro que unas croquetas tan afamadas como las de tu abuela solo podían proveerse de ingredientes de plaza, en una metonimia que me encanta y aún más ahora que sé que se oye en el Cercano Oriente. Porque sí, las habemos hasta con metonimias preferidas.

  3. Feliz vuelta al blog… ¡qué alegría volver a leerte!
    Muy interesante como siempre el artículo y divertido también. Lo de «market» por «plaza» me encantó cuando visité Bélgica el año pasado. ¿Crees que sólo los lingüistas se divierten con esas cosas o hay gente «normal» que también lo hace? jejeje

    Y un último apunte o precisión sobre la respuesta del primer comentario. Por lo que sé, «huis», además de anticuado y desusado, no me parece tener en absoluto el mismo origen. Por lo que sé, repito, también puedo equivocarme, significa «la puerta exterior de una casa» y por extensión se sigue usando en la expresión francesa «huis clos» que correspondería a «puertas cerradas» en el sentido en que el público no puede entrar. Creo que viene del latín ostium que significaba «entrada, apertura» y la «h» tiene el mismo origen que la «h» de «huilePara terminar, gracias por volver a escribir en este blog Carlota!

  4. ¡Gracias a ti por comentar, Olivier! 😀 Es una gozada tener estos comentaristas tan ilustres y con tantas cosas interesantes que añadir.

    Yo sospecho que sí, solo los lingüistas nos divertimos con estas cosas; en mi familia, al menos, no reciben la entusiasta acogida que planeo en mi mente cuando las cuento como «interesting facts» en los viajes… (Claro, que para esto habría que establecer que mi familia es gente «normal» y eso no ha sido probado todavía. ¡Y un beso para ellos, que son mis más asiduos lectores!)

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