Ex-alumnos al Pedro Ximénez (o amigos al vino)

Dedicado a Jacobo, a Monchi, a Pepo, a Sara y, muy especialmente, a Natalia

19-N. 22:00 pm. Bar, c/ Pradillo, Madrid. 6 jóvenes, 3 varones y 3…, un momento, ¿cuál es el antónimo de varón? Hombre/mujer, macho/hembra, dama/caballero, varón/… Bueno, da igual, 6 jóvenes con un pasado común se juntan para recordarlo, celebrarlo, festejarlo, sentirse mayores y todas esas cosas que se hacen en los eventos sociales de envergadura.

Para que se hagan una idea adecuada de la situación, nos hallamos ante el típico grupo que cuando se junta disfruta de la creación de neologismos tan vitales como fragar (‘pagar fregando platos’) o la colocación sinónima fregar en platos. El típico grupo que cuando se junta disfruta de discutir acerca de la necesidad de votar mangarrián como la palabra más bella del español frente a la aparente idoneidad para el puesto de las múltiples esdrújulas de nuestro idioma. El típico grupo que cuando se junta disfruta de saltear sus conversaciones con menciones a Kamchatka.

A estas alturas habrán adivinado ustedes ya que el pasado común del susodicho grupo es el de haber estudiado derecho juntos. Ah, ¿que no?, ¿que no se veía venir? Perpleja me dejan.

En el ambiente descrito, en una jornada tan reflexiva como la de ayer, el tema estaba en el ambiente. Solo un optimista habría creído que no iba a salir. Solo un ingenuo se habría sorprendido del juego que dio.

Una de las tres (o cuatro, según cómo contemos) letras que no aparece en su propio nombre. La única letra del español que representa dos sonidos (lo opuesto a un dígrafo, palabro que también carece de antónimo, al parecer). La uniquísima letra del alfabeto español a la que la RAE le permite corresponder a tres sonidos distintos. La letra que pronunciada en inglés suena a antigua pareja. Simétrica. Inigualable. Inimitable. Incógnita. La equis.

Pero, se preguntarán ustedes, ¿cuál fue el detonante? ¿Qué interrumpió una feliz conversación sobre penínsulas rusas y vocablos proparoxítonos? Elemental, querido Waxon, la salsa. Nunca pidan nada al Pedro Ximénez si en la mesa hay una culé con raíces gallegas y un experto en (reducir) licores que responda a las iniciales JJ. En el momento en el que la variable de pronunciación /∫/, propia de la equis en todas las demás lenguas de la península (la ibérica; no la rusa) entra en juego, empieza lo que en ciertos círculos se conoce como la apoteosis del humor. México pasa a Méshico; xilófono a gilófono; hombres de mandíbula laja no te cortejan, sino que te corteshan o cortexan.

Pero no se crean que todo son risas. Se oyeron propuestas serias, muy, pero que muy serias. Eso es lo que pasa cuando en la mesa también hay una metamoderna. Sustituyamos la doble zeta , extranjerismo innecesario, que diría la Fundeu, para poder decir pixa a gusto, en vez de pitsa, combinación absolutamente extraña a nuestro idioma. Escribamos puxle y digamos pujle. Y si estas razones no les convencen, piensen en las posibilidades humorísticas de un mundo en el que pija, pizza y pisha puedan escribirse igual.

Luis y Ana, you were missed

PS: Para todos aquellos, daltónicos o no, que están deseando proponer variz como antónimo de varón… ¡Primer!

8 comentarios en “Ex-alumnos al Pedro Ximénez (o amigos al vino)

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