Más de uno, sí, pero no muchos más

Dedicado al presidente del club de fans alsinero, Nano DM

¿Habéis escuchado la palabra idiolecto? Está formada a semejanza de dialecto y se refiere a la variedad lingüística específica de una única persona, una especie de “dialecto individual” (ídios significa ‘propio’ en griego antiguo). Aunque la lengua es una entidad social, compartida por una o varias comunidades, cada hablante tiene particularidades propias, ya sea en su forma de pronunciar, en el uso de algunas palabras, en la frecuencia de ciertas construcciones, etc. Observar las características idiolectales, sin embargo, no es fácil, porque exige una gran cantidad de material lingüístico de una única persona. Cuando se hace, se suele usar a escritores como objeto de estudio. Es más, las características idiolectales pueden servir para la atribución de autoría, es decir, para descubrir el autor de un texto sin nombre, algo que puede ser útil tanto si te dedicas a la literatura medieval como si estás tratando de encontrar a un terrorista que ha tenido la decencia de publicar un manifiesto tirando a mamotreto.

Pero, yo qué sé, imagínate que estás en medio de una pandemia, vives sola, trabajas desde casa y estás enganchada al programa de Alsina. En ese caso totalmente hipotético podría ocurrir que observaras algunas características propias de esas personas cuya voz suena en tu casa durante más de 15 horas a la semana. Podrías a lo mejor darte cuenta de que Carlos Alsina con frecuencia alarga las unidades acentuales, con distintos objetivos. (Te podrías dar cuenta incluso si no supieras lo que son las unidades acentuales, pero no lo podrías explicar tan pedantemente.) A ver, que lo explico mejor. 

En español algunas palabras tienen acento y otras no (no me refiero a la tilde gráfica, sino al acento fónico: la sílaba que suena más fuerte). La mayoría de las palabras (casa, árbol, frigofico, , cantar, alegre, etc.), tienen una sílaba tónica y, por tanto, acento propio. Otras, como los artículos (el, la, los, las) o muchas de las preposiciones (de, a, en…), no tienen sílaba tónica: son palabras átonas que tienen que “apoyarse” en otras palabras que sí tienen acento para poder aparecer en una oración. Una unidad acentual es la agrupación de sílabas que “se apoyan” en una única tónica. Por ejemplo, en una frase como El hijo de Fulanita es muy majo tenemos tres unidades acentuales en una pronunciación normal: El hijo, de Fulanita y es muy majo. 

Pues Alsina a veces hace átonas sílabas que son normalmente tónicas, creando una unidad acentual más larga de lo esperado. Ojo, no lo hace porque no sepa que son tónicas, sino que al hacerlo busca evocar un significado extra, que no existiría si hiciera tónicas todas las tónicas: puesto que normalmente una unidad acentual tiene una palabra léxica y sus satélites gramaticales, al alargar la unidad acentual lo interpretamos todo como una única palabra. Tiene lógica, porque es lo que pasa en los compuestos: como las palabras lanzallamas y correveidile se forman de otras que se han fusionado morfológicamente, tienen un único acento, aunque las palabras de las que se componen tengan cada una el suyo (lanzar, llamas, corre, ve, dile). Fácil y efectivo.

¿Cuándo hace esto Alsina? Pues lo hace con secuencias de palabras que van juntas habitualmente, ya sea porque son un nombre compuesto por varios elementos (como Neurona Consulting [ca. min. 5:50] o Arturo León [ca. min. 1:23]), porque son colocaciones de palabras que se repiten con frecuencia (normalidad democrática [ca. min. 5:12]) o porque generan un concepto sui géneris en algún sentido (delegados de sus jefes ausentes [ca. min. 1.54], PSC que lo doblegue [ca. min. 4.50], mitinero-humorista [ca. min. 7:17]). Le sirve para destacarlas; siempre, claro, con su poquito de sorna, marca de la casa. Cada vez que escucho una de estas unidades acentuales extralargas, me imagino las palabras escritas juntas, casi con su hashtagcito delante, que hay que decir que para esto de destacar combinaciones de palabras en la escritura nos ha venido fenomenal #laalmohadilladelasredessociales. 

Alsina, aquí visto urdiendo un plan acentual
Cuando estás urdiendo un plan contra lassilabastónicas

¿Se ha inventado esto Alsina? Pues no lo sé. No tengo manera de saberlo, la verdad. ¿Es Alsina la única persona del mundo que hace esto? Pues no, pero sí me atrevería a decir que lo hace con una frecuencia inusitada, lo que lo convierte en una particularidad propia. Digo que no es el único porque ya he pillado a varios de sus colaboradores usando la misma estratagema, como Rubén Amón aquí con esa plataforma de la que usted me habla (ca. min. 12.23). El que es influéncer es influéncer. 

Y hablando de Rubén Amón (¡qué suavidad, qué elegancia, qué destreza para pasar de un tema a otro!), en su idiolecto hay una maravilla sintáctica que me tiene tan intrigada como apasionada: sus comparativas correlativas o proporcionales. ¿Lo cuálo? Las comparativas correlativas son oraciones compuestas por dos oraciones simples que crean un paralelismo proporcional entre un incremento o una disminución de alguna cosa en cada una de ellas. No lo cuento, lo hago:

Cuanto más estudio a Rubén Amón, más me asombran sus correlativas.

Como puede verse, cada una de las oraciones tiene un comparativo (que en este caso es más) y en la primera de ellas el comparativo está precedido por cuanto. Esta es la forma más frecuente de hacer una comparativa correlativa en español, aunque hay otras formas. En vez de cuanto se puede usar mientras o entre, o contra, cuantimás y contrimás, que no son estándar, pero son preciosas:

Mientras más correlativas amonescas leo, más emocionada me encuentro.

Entre más emoción, menos concentración para otras cosas. (Las de entre son sobre todo frecuentes en México y Centroamérica.)

Es decir, en español, las dos oraciones que componen una comparativa correlativa tienen formas distintas: mientras una (que normalmente es la primera, pero no tiene por qué) tiene un elemento que precede al comparativo, la otra normalmente no lo tiene (podría aparecer un tanto por ahí, pero tampoco os quiero abrumar). Por lo tanto, desde el punto de vista sintáctico, en las comparaciones correlativas del español hay una oración subordinada (la de cuanto, mientras, entre, etc.) y una principal (la otra). Bueno, eso en el español de aproximadamente todo el mundo salvo el de Rubén Amón. Rubén Amón te hace unas comparativas correlativas en las que las dos oraciones son estructuralmente idénticas que te caes de espaldas:

Porque tanto se enfatiza la beligerancia ante Vox, tanto Vox recupera pulso político [ca. min. 41:15] 

Más pormenores conocemos del historial de Hasel, más se demuestra que la causa de Hasel es una causa de mierda [ca. min. 32:55] 

Pero más lax[o] es el espacio de la libertad de expresión, creo que más sana es una democracia en la que hablamos de la salubridad democrática [ca. min. 25:06] 

Y, mira, las unidades acentuales no son lo mío, que yo de prosodia sé tanto como de arreglar bicicletas (vamos, menos de lo que debería), pero me pones delante estas maravillas sintácticas y necesito averiguar de dónde salen. ¿Y por qué las llamo maravillas sintácticas? Bueno, porque no están descritas en ningún sitio. En las gramáticas no salen y algunos hasta afirman que no existen en español, aunque otros dicen que sí pueden aparecer, pero solo en contextos exclamativos. La estructura que siguen es la misma que siguen lenguas como el inglés o el francés (que dicen the more, the merrier ‘cuantos más [seamos], más felices’; plus on est des fous, plus on rit ‘cuantos más locos seamos, más nos reiremos’ para lo que nosotros resuminos en cuantos más, mejor) y los lingüistas de estas lenguas no tienen idea de cómo clasificarlas. ¿Son subordinadas, como indica su semántica? ¿Son paratácticas, como sugiere su sintaxis? Who knows, qui le sait

Por supuesto, lo primero que un lingüista se pregunta al ver estas correlativas es: “¿se habrá liado?”. Pues no, no se ha liado. No se ha liado, porque le he echado un vistacillo a los 290 artículos de Rubén Amón que había en El Confidencial hasta el 19 de febrero (aprox. 250 000 palabras en total) y de 33 comparativas correlativas que he encontrado, 32 son “amonescas”. Treinta y dos de treinta y tres. No parece accidental. Estas correlativas forman parte de su sistema lingüístico.

Amón
Más revoluciono el sistema gramatical del español, más cara de no haber roto un plato pongo

Así que la siguiente pregunta que te haces es: “pero no será él solo, a ver”. Que no es una pregunta, pero a lo mejor en mi idiolecto sí, tú qué sabes. Así que me he ido al CORPES XXI, que es una colección de textos en español de todo el mundo hispanohablante (escritos en el siglo XXI) y que tiene 333 millones de palabras (se dice pronto). Una no se puede poner a buscar todas las correlativas del mundo para un post, porque una tiene un trabajo y una (pandémica) vida, pero he buscado aquellas que llevan más en las dos oraciones, separados por un máximo de cinco palabras, y en las que lo que se comparan son verbos. Además, para tener otro punto de comparación lo más similar posible a Amón he mirado también los 253 artículos de Marta García Aller publicados en El Confidencial hasta el 19 de febrero (que son menos artículos, pero más largos, por lo que en total tengo más palabras suyas que de Amón: unas 340 000). Aquí tenéis los resultados (en el CORPES XXI no busqué a medida que, que implica una búsqueda muy liosa en este corpus):

correlativas_amonescas

Las amonescas aparecen en rosa en el gráfico. Marta García Aller no hace ni una sola. En el CORPES XXI hay 7 ejemplos. Te quiero decir, Rubén Amón no está solo, pero es bastante único. Si añado la restricción de que los comparativos sean más y estén separados por cinco palabras como máximo, tiene él solito tantos ejemplos como el CORPES XXI. Para más inri, los siete ejemplos de este corpus son americanos (4 en Argentina, 1 en Venezuela, 1 en Costa Rica y 1 en México). No sé si Rubén Amón será el único hablante de España que hace estas correlativas, pero ahí ahí debe andar.

Y a mí esto… me da la vida.

19 comentarios en “Más de uno, sí, pero no muchos más

  1. Muy interesante, original y divertido. Que más se puede pedir? Lo único malo es que les escucho casi todas las mañanas y ahora estaré más pendientes de sus idiolectos que de lo que dicen. El mal está hecho!!

  2. Qué maravilla. En la nueva Asamblea Extraordinaria del Club, queremos hacerte entrega del I Premio Lo Imprevisible a la Mejor Aproximación Científica a Más de Uno 2021.

  3. ¡Sorprendente artículo! Me va a pasar factura como a Santiago.
    Hasta me parece recordar que, durante unos días, Alsina se refirió a Rubén con una unidad acentual empleada por la ministra Celaá en una de sus entrevistas: Rrrubenamón.
    ¡Gracias!

  4. Me encanta, ¡cómo no!, que hables de idiolectos. Y tienes razón, los rasgos idiolectales sintácticos son lo más hermoso del mundo. Cierto es que se necesitan muchos datos para tener una idea clara de cómo funciona un fenómeno lingüístico en un idiolecto, pero también depende de lo que se observa. Hay cosas que aparecen poco, por eso necesitas mucha producción, pero otras cosas aparecen bastante más y es más fácil mirar qué pasa. De verdad, me encanta tu artículo, me encanta que hables de idiolectos.

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