Sarao suizo

Seguro que están hartos de pensar mal de Suiza últimamente, así que voy a contarles yo algo bonito. Ayer en la Universidad de Zúrich se organizaba una Linguistischer Nachmittag (‘tarde lingüística’) gracias principalmente a Robert Schkowski. Consistió en doce charlas de diez minutos cada una (siete de presentación y tres de preguntas, nada sencillo) en las que se presentaron distintos proyectos de lingüística en curso en la Universidad de Zúrich, seguidas de una sesión de pósteres de otros veinte proyectos más o menos. Además, la primera parte, la de las charlas, era competitiva, así que la presentación más aplaudida se llevó un iPad, y la de los pósteres estuvo acompañada de aperitivo, pero tampoco vamos a regodearnos…
Interesante y hasta arriba de gente: el aula de las charlas tenía capacidad para 70 personas y había unas cuantas personas de pie. Yo nunca había hablado delante de tanta gente. Que tampoco es un dato muy significativo, pero lo añado por su efecto retórico.
Vayan unas pinceladas de algunos de los proyectos que se presentaron:
Flurina Wartmann es geógrafa, pero tiene un proyecto en el que intenta hallar una forma de representar el conocimiento local (local del Amazonas boliviano, digo) sobre el paisaje en los mapas. Para ello, necesita documentar los términos que emplean las comunidades indígenas para referirse a dicho paisaje. Incluir esos conocimientos en los mapas es importante porque encierran información interesante: por ejemplo, los salitrales no suelen aparecer en los mapas, pero conviene saber cuándo se está cerca de uno, porque hay restricciones para cazar.
Mark Fishel trabaja en un proyecto de lingüística computacional en el que se está diseñando un programa de traducción automática que sea capaz de «aprender» las lenguas por sí mismo, en vez de precisar un montón de vocabulario y reglas gramaticales de una lengua en concreto. Se le proporcionan corpora paralelos (traducciones) de varias lenguas y el programa va deduciendo las correspondencias, por lo que el mismo programa sirve en teoría para traducir de cualquier lengua, siempre que tenga suficiente material para aprenderla.
Simone Pfenninger nos ha mostrado una aplicación (Lesikus) que han diseñado para ayudar a los niños con dislexia en la para ellos complicada tarea de leer y escribir una —o más— lengua(s). Funciona como un juego, es competitivo y reciben puntos, estrellas luminosas o lo que sea que se suele recibir en los videojuegos cuando se hacen las cosas bien. Los resultados que nos mostró eran muy prometedores y mostraban que este entrenamiento ayudaba eficazmente a los niños.
Kostis Dimos estudia la prosodia del habla musicalizada del Composed Theatre. Suena tan raro como es y es tan interesante como raro. Este es un tipo de teatro con reminiscencias dadaístas y mucho espacio para la improvisación. Por ello el uso que hacen de la entonación —y de los diferentes tipos de voz, por ejemplo— es un buen campo de investigación de las posibilidades expresivas y emocionales de la voz, independientemente de las posibilidades de la lengua.
Sarah Ebling trabaja desarrollando una aplicación (Trainslate, me encanta el nombre) para traducir automáticamente los mensajes de la compañía suiza de trenes a la lengua de signos suizo-alemana. Cuando esté lista, la comunidad sorda suizo-alemana podrá tener toda la información de la megafonía de las estaciones signadas por un avatar en sus móviles.
Podría seguir, pero creo que se hacen una idea. Una gozada.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *