Ojalá. U ojalá no.

 

¿Qué es el cambio lingüístico, me preguntas, mientras clavas tu pupila…? Ok, vale, no ha preguntado nadie. Como os ponéis. Total, si lo voy a contar igual. Pues el cambio lingüístico es una cosa muy natural y, por lo tanto, muy mal vista, que le pasa a todas las lenguas del mundo. La lengua, puesto que es un instrumento al servicio del ser humano, está inevitablemente llena de innovaciones. Lo mismo pasa con los teléfonos y nadie ha hecho una academia para que sigan teniendo cable y se marque girando una rueda.
También es una queja archiconocida entre los puristas de la lengua que las nuevas tecnologías están matando la lengua (¡autocita!). Nada más lejos de la realidad, por supuesto. Las nuevas tecnologías, al crear nuevas situaciones de uso, no hacen más que enriquecer la lengua, que se adapta para funcionar óptimamente en estos nuevos contextos.
Así que, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, voy a mostrarles un pequeño cambio lingüístico que está teniendo lugar en uno de estos nuevos contextos: Twitter.
Twitter es una red social de microblogging según algunos (que significa que la gente escribe sus cosas en muy poco espacio) y una tontería a la que estoy enganchada según mi madre. Hace un tiempo les puse algún ejemplo de cómo usar Twitter para averiguar la distribución geográfica de algún rasgo lingüístico (¡otra autocita!).
Hoy quiero mostrar dos cosas: 1) que el contexto determina el uso que hacemos de la lengua y 2) cómo observar un cambio lingüístico en movimiento. Un par de cosas acerca de Twitter, antes de ir al grano:
    • Cada tuit (o mensaje) solo puede tener 140 caracteres: es decir, deben ser muy breves, más que un sms.
    • En Twitter se utilizan hashtags, que funcionan como etiquetas sobre el texto, para que se puedan consultar fácilmente todos los tuits que hablan de una misma cosa.
    • Los tuiteros siguen a otros tuiteros y así leen sus tuits (están suscritos a ellos). Además, pueden retuitear los tuits de otro: reproducirlo para que lo lean sus propios seguidores. Un tuitero que desee tener muchos seguidores (léase: un tuitero) intentará que sus tuits sean originales, expresivos, graciosos, mordaces… En el tuit, muchas veces la forma importa más que el fondo.
    • Esto hace que cuando algo hace gracia en Twitter, es fácil que se extienda como la pólvora y todo el mundo lo reproduzca, adaptándolo y modificándolo (o no). Aquí van algunos ejemplos de «coletillas» que se usan repetitivamente:
Mi animal mitológico favorito es, con la que se ironiza sobre aquello que rara vez ocurre:

 

No te deseo ningún mal, pero; una forma original de contar pequeñas desgracias:
 En ese/a … me maté yo, que se usa para…, para… Bueno, se usa mucho:
Bueno, pero que yo había venido aquí a hablar de mi libro y siempre me voy por las ramas con los prolegómenos. En español tenemos una utilísima palabra que —según la RAE— «denota vivo deseo de que suceda algo» y que tomamos prestada del árabe hispánico law šá lláh, que significaba ‘si Dios quiere’. Aunque la RAE ya no nos dice nada más, ojalá se usa en español general (esto es, no tuitero) en dos contextos:
Ante un verbo en subjuntivo, precedida o no por la conjunción que:

     

     

     

     

     

     

     

    Sola, solita, respondiendo a un deseo o supuesto que otra persona ha formulado:

     

     

    En español tuitero, sin embargo, ojalá puede aparecer en muchos otros contextos; esto es, ha extendido sus funciones. Puesto que ojalá denota «vivo deseo de que suceda algo», suele requerir un verbo flexionado (ya sea el que le sigue en subjuntivo o el que le precede, cuando es una réplica): esto es, el típico verbo que te dice cuándo y a quién le pasa algo.
    Sin embargo, en español tuitero ojalá puede preceder a un sintagma nominal sin verbo. ¿Cómo sabemos qué es lo que desea el tuitero que suceda entonces? Todos estos casos omiten verbos como ser, haber, tener en contextos existenciales, así que es muy fácil que el lector lo reponga al leer el tuit. El mero hecho de nombrar algo presupone su existencia, aunque sea imaginaria.

     

     

     

     

     

    Puesto que no hay un verbo en esas construcciones, siempre se entienden en presente o en futuro. Pero eso no es ningún problema: si queremos expresar un deseo sobre el pasado… ¡Usemos un adverbio de tiempo!
    Pero esto del verbo omitido limita mucho las posibilidades de la construcción. ¿Hablar solo de la existencia de entidades? Mejor también hablar de entidades haciendo cosas… Así que estos sintagmas nominales pueden ir seguidos de un verbo en gerundio:

     

     

     

     

    Lo malo del gerundio es que, por el hecho de tener cierto componente temporal, suele necesitar un sujeto explícito. El infinitivo es más relajado para esas cosas y permite que el sujeto se entienda como el propio hablante o simplemente expresar una situación impersonal:

     

    Todos estos tuits podrían haberse escrito con un verbo en subjuntivo y seguramente algunos hubieran sido incluso más cortos. Pero no hubieran significado exactamente lo mismo. El ojalá tuitero tienen una función ligeramente distinta que la del ojalá general. Estos tuits no buscan expresar un deseo, sino que buscan poner una imagen en la mente del lector, describir una situación. Ojalá añade dos matices a estas imágenes: que son hipotéticas y que son deseables. Este uso recuerda mucho al de los hashtags, que simplemente categorizan la situación descrita en el tuit. Y miren este ejemplo, que muestra bastante claramente que lo que se quiere expresar es una imagen (además de un deseo):
    Por regla general, aunque una estructura le venga muy bien a una lengua en un contexto determinado, esa estructura no surge de la nada, sino que aparece en una grieta, en un hueco de la lengua, en un pequeño rincón en el que tanto la interpretación de siempre como la interpretación nueva son posibles. Esto que les cuento no es una excepción. Cuando ojalá aparece solo, expresa que lo anterior, aquello a lo que replica, es una situación deseable. Y aquello a lo que replica ojalá no tiene restricciones de modo en el verbo (¿Te imaginas a Ana Botella bailando el chachachá? Ojalá). Es más, esa prerréplica le permite a ojalá aparecer con cosas que no sean subjuntivos. Es posible, pues, que en contextos como este se forjara el ojalá tuitero:
    *ATENCIÓN*    *POR FAVOR*     *ESTO TAMBIÉN SE LEE*     *GRACIAS*
    Este texto utiliza el término «cambio lingüístico» en un sentido bastante laxo y en ningún caso pretende proclamar que este uso de ojalá vaya a extenderse a otras variedades de la lengua y alcanzar el español general. Como he dicho, es un cambio fuertemente influido por el contexto de la elocución (Twitter), que seguramente se quede donde está. Así que ojalá todo el mundo en calma.

    TGIFriday, día de la libertad y los amigos

    Long time no see… Me perdonen. Escribo desde Gante, Bélgica, lugar de nacimiento de Carlos I de España y V de Alemania, un tipo que reinaba en medio mundo e imperaba en el otro medio, y de Pierre Degeyter, compositor de la (música de la) Internacional. Vueltas que da la vida. 
    Aquí hablan flamenco, dialecto del neerlandés (además de ave rosa y sentimiento muhpañol), así que seguramente les dé mucho la lata con cosillas que vaya aprendiendo…
     Una de las cosas más sencillas de aprender en otra lengua cuando nos encontramos en otro país son los días de la semana: están por todas partes…
    Prueba visual 1.
    Si los días en cuestión se parecen bastante a los del inglés, la tarea es todavía más facil. Así que, una vez aprendido que viernes se dice vrijdag en estas tierras, me encuentro con lo siguiente:
    Prueba visual 2.
    Siendo un cartel que indica la disponibilidad de los párquines cercanos (qué bien sienta castellanizar la ortografía de los anglicismos, pardiez), no es muy difícil averiguar que vrij significa ‘libre’ y equivale al inglés free. Pero esto me dejó pensativa… Vrijdag parece entonces quedar como ‘día libre’ literalmente y eso es un poco raro… Es raro, porque, como ya sabrán ustedes, los nombres de los días de la semana provienen de nombres celestes, tomados a su vez de deidades romanas: lunes  a la Luna, martes a Marte, miércoles a Mercurio, jueves a Júpiter, viernes a Venus y, bueno, sábado viene del šabbāt hebreo y domingo es el día del Señor (dominus), pero paganos terribles como los ingleses todavía conservan los nombres dedicados a Saturno (saturday) y al Sol (sunday). Y sí: los nombres de los días del inglés (y del flamenco) siguen el mismo patrón, solo que ellos tradujeron los nombres latinos usando las deidades germánicas: friday y vrijdag son los días dedicados a Frigga, diosa del amor entre otras cualidades, igual que lo era Venus.
    ¿Y entonces, la coincidencia entre vrij ‘libre’ y vrijdagdía libre viernes’ es casual? Pues no, señora, y a eso quería yo llegar. Según lo que dice el New Oxford American Dictionary (también conocido como el diccionario de inglés que Apple incluye en sus ordenadores), el origen de free, además de estar relacionado con el neerlandés vrij (que ya lo sabíamos) y el alemán frei (que lo hubiéramos sacado), viene de una raíz indoeuropea que significaba ‘amar’ (¿se acuerdan de Frigga?) y que además comparte con la palabra friend ‘amigo’. Aaaamigo, ahí ya lo vemos todo claro. Efectivamente, Frigga viene de esa misma raíz, así que no es que vrijdag sea el día libre de los germanos en general y los flamencos y holandeses en particular, sino que la libertad viene del amor. (Así de cursis eran los vikingos.) Por cierto, que los amigos también vienen del amor en español, pero del amor latino, no del indoeuropeo.
    Gelukkige vrijdag!
    (Si quieren saber más sobre la muy apasionante historia de los nombres de los días de la semana en muchas otras lenguas: http://etimologias.dechile.net/?di.as-de-la-semana)

    ¡Feliz próximo periodo traslacional terrestre!

    El otro día, con tanta gente felicitando el solsticio de invierno por no pronunciar la temible Navidad y evitar así ser sospechoso de ateísmo poco profesional, recordé que había visto algo similar examinando los materiales del ALPI. Pequeño excurso. El ALPI es el Atlas Lingüístico de la Península Ibérica, un proyecto con una historia auténticamente novelesca. Fue una idea de don Ramón Menéndez Pidal y encargado a Tomás Navarro Tomás, ambas importantísimas figuras de la filología española, por si les pillo con el pie cambiado. Los cuestionarios estuvieron listos hacia 1930 y, apoyados por el Centro de Estudios Históricos, los tres equipos se echaron a la Península. La Guerra Civil interrumpió los trabajos y Navarro Tomás se llevó los materiales al exiliarse. Estos volvieron a España (al Consejo Superior de Investigaciones Científicas) en 1951 y entre 1947 y 1954 se completaron las encuestas. Después de la publicación del primer tomo, en 1962, se abandonaron las tareas para la publicación de los restantes y los materiales quedaron olvidados y desperdigados en varios archivos. Entre 1999 y 2001 fueron encontrados y fotocopiados por David Heap y ahora una gran parte de ellos están disponibles en la red (fuente de todo esto). Actualmente se está realizando un proyecto en el CSIC para digitalizar y cartografiar todos los materiales. Fin del excurso.

    Pues hace unos años, mirando en los cuadernillos del ya explicado ALPI las diferentes respuestas para zorra (ya saben, zorra, raposa, vulpeja… No me sean.), encontré que en algunos sitios los entrevistados informaban de que, aunque la palabra existía, «pronunciarla traía mala suerte». En 18 localidades (todas andaluzas o ciudadrealeñas) dieron respuestas alternativas a zorra (o sorra), «por no mentarla».
    En El Bosque, Chiclana de la Frontera y en Alcalá de los Gazules (todas en Cádiz) la llaman gandana, no sé bien por qué[1]. El origen del apelativo tarifeño es mucho más claro: bicho las gallinas. En Adamuz, Hornachuelos y Doña Mencía (sitas en la provincia de Córdoba), la llaman comadre. Y en Zafarraya (Granada), la ligera. Pero en la mayoría de sitios utilizan un nombre propio: en La Carlota y en Villaviciosa de Córdoba (Córdoba) la llaman Juanica, aunque el más común es María, usado en Fuencaliente y Carrizosa (Ciudad Real) y en Quesada y La Puerta de Segura (Jaén), donde dicen una maría, con artículo indefinido y todo. El diminutivo, Mariquita, lo usan El Viso del Marqués (Ciudad Real), en Marmolejo y en Navas de Tolosa (Jaén), aunque imagino que no con cariño. Pero mi favorito, y no por el adjetivo, sino porque tiene hasta apellido, es el de Montefrío (Granada): puta María García.

    Perdonen la brevedad, pero se me ha echado el especial de Gila encima. ¡Muy feliz año 2013!


    [1] Hablo en presente, aunque no tengo certeza alguna de que se sigan manteniendo estos apelativos. Es por cuestiones estilísticas, que soy muy coqueta.

    Deberes para Navidad

    Gracias a Elenas (del Olmo y Jareño), Mónica, Araceli, Julián, José, Javier, Humbe, Rosa, Marcela y Lorenza

    1) Escriba una breve composición que una coherentemente los siguientes temas: peluquería y toponimia castellana:

    ¡Hoy me he cortado el pelo! ¡Por fin! Y se lo comunico entre signos de exclamación porque este corte de pelo bien lo merece. Es todo un símbolo. Un poco como esos de las pelis, los que hacen que la prota se sienta una persona nueva, más segura de sí misma, y consiga todo lo que quiera, que suele ser Matthew McConaughey y un puesto de trabajo de mujer independiente, segura de sí misma y de pelo recién cortado. Un poco como esos, solo que mejor. Elevadoalcubamente mejor. Este corte de pelo indica un avance en mi tesis. A partir de ahora, cuando alguien me pregunte: «¿Qué tal la tesis?», en vez de cambiar de tema y/o gruñir, le diré: «¡Ya me he cortado el pelo!». Eso es la típica respuesta in media res, así que voy a contarles el initium de la res. Este septiembre, gracias a un impecable asesoramiento, decidí que antes de Navidad tenía que haber acabado el trabajo de campo necesario para mi tesis. Y decidí que no me cortaría el pelo hasta entonces. Era esta una decisión con un fundamento científico irrefutable: mi trabajo de campo se basa en un cuestionario compuesto casi totalmente por vídeos de servidora con el pelo corto. La experiencia me ha enseñado que cuando los informantes me reconocen en el vídeo, el cuestionario sale peor. Y que cuando les entrevisto con el pelo largo, no suelen identificarme con la chica del vídeo (chico, si el informante ve regular). Ergo el pelo largo me viene bien para encuestar. QED. Pues eso, que sí, ¡¡he acabado las encuestas!! Bueno, me he dejado alguna para el año que viene, que no puede ser bueno cortarlas de raíz, pero ya puedo ponerme a procesar datos e, incluso, a escribir trocillos de la tesis.

    Acabé las encuestas el fin de semana pasado, en una visita (muy bien acompañada) a Segovia, Valladolid, Zamora, Salamanca y Ávila. ¿Sabían que chapuzón no solo vienen de chapuzar, sino que chapuzar viene de chapuz? Yo no había oído chapuz jamás, hasta que en Revenga (Segovia) me explicaron que esto era lavarse a chapuz:

    Y por fin tuve la oportunidad de conocer Toro, en Zamora. Esto de aquí es el ayuntamiento de Toro, con sus tres banderas: la de Castilla y León, la de España y la de Toro:

    El viento no permitía hacer una foto óptima, pero aquí pueden observar más detenidamente el escudo de Toro.

    Las banderas de Castilla y León y la de Toro son un fantástico ejemplo de cómo la lengua puede modificar la realidad. En la de Castilla y León generalmente se ven dos castillos (por Castilla, se sobrentiende) y dos leones (por León, también se sobrentiende). En mi foto solo se ve uno de los leones, pero fíense de Google. Y en la de Toro vemos un toro y un león, por lo de Toro y lo de León, digo yo. Hasta aquí todo correcto. ¿O no? Pues solo casi: el topónimo de Toro viene de (Villa) Gothorum ‘ciudad de los godos’ y el de León, de legione(m) ‘legión’. Así que efectivamente, el toro viene de Toro, pero Toro no viene de toro, igual que el león viene de León, pero León no viene de león.

    Seguiría un poco con la toponimia, pues después de comer en Toro encuestamos en un pueblo llamado Peleas de Arriba, pero mejor acabo a lo Scheherezade, por si acaso hoy no se acaba el mundo.

    Edisyn Workshop on Ibero-Romance Dialects: Clitics and Beyond

    El miércoles 12 (pasado mañana) y el jueves 13 (que va justo después) va a tener lugar en la Universidad de Carlos III de Madrid el Edisyn Workshop on Ibero-Romance Dialects: Clitics and Beyond. Si les interesa la dialectología y pueden asistir, se lo recomiendo encarecidamente, por dos motivos. El primero, que sé de buena tinta que las charlas van a ser muy interesantes. El segundo, que está organizado como un congreso informal, con mucho tiempo para comentarios y preguntas del público, además de una mesa redonda sobre tendencias actuales en la dialectología ibero-romance. En la página web tienen el programa y las indicaciones sobre cómo llegar. (Por cierto, aunque la página esté en inglés, el congreso va a ser mayoritariamente en español.) Si el tema les interesa, pero no pueden asistir, intentaré tuitearlo en directo, con el hashtag #madisyn (lo sé, soy un genio de los juegos de palabras). ¡Nos vemos en Getafe!

    Doctor, doctor

    En estos precisos instantes, mi amigo Olivier Iglesias (sí, como Julio. Los hay con clase.) se dispone a defender su tesis en la Université Paris 8 sobre el fenómeno conocido como  «subida de clítico». ¿Lo qué? Clíticos son (en este contexto) los pronombres personales átono (lo, la, me, te, nos…, ya saben). Y subida se refiere al hecho de que, en algunas perífrasis verbales del español, el pronombre puede colocarse detrás del infinitivo o el gerundio, o anteponerse (subir) al verbo flexionado. Venga un ejemplo:

    – Doctor, doctor, ¿a qué hora me puede atender?

    Podré atenderle a partir de las doce.

    Esto es lo que dice el Diccionario Panhispánico de Dudas al respecto (bajo el lema pronombres personales átonos):

    «Pero si el infinitivo o el gerundio forman parte de una perífrasis verbal, en la mayor parte de los casos los clíticos pueden colocarse también delante del verbo auxiliar de la perífrasis, que es el que aparece en forma personal: Debo hacerlo / Lo debo hacer; Tienes que llevárselo / Se lo tienes que llevar; Vais a arrepentiros / Os vais a arrepentir; Siempre está quejándose/ Siempre se está quejando; Siguió explicándomelo / Me lo siguió explicando.

    »La anteposición de los clíticos no es posible cuando el verbo auxiliar de la perífrasis es impersonal: Hay que pedírselo(no *Se lo hay que pedir); o si el verbo en forma no personal es el sujeto oracional pospuesto de verbos como parecer, importar, convenir, etc.: Parecía entenderlo(no *Lo parecía entender); Conviene intentarlo (no *Lo conviene intentar); Importa denunciarlo (no *Lo importa denunciar). Tampoco es normal la anteposición de clíticos con verbos que expresan creencia, temor, deseo, preferencia o conocimiento, como creer, temer, desear, preferir, negar, afirmar, entre otros: Cree haberlo guardado (más normal que Lo cree haber guardado); Prefiero ignorarte (más normal que Te prefiero ignorar); Deseo irme (más normal que Me deseo ir); Negó saberlo (más normal que Lo negó saber), etc.»

    Sin embargo —y como siempre—, no todos los hablantes siguen una gramática tan restrictiva como la que describe la Academia… En la provincia de Segovia, por ejemplo, no es nada infrecuente la anteposición del clítico en la perífrasis impersonal con haber que. Miren un par de ejemplos de Moraleja de Cuéllar, obtenidos del COSER:

    Lo hay que amasar, los ajos.

    Y se enllenan las tripas gordas del cerdo, que las hay que lavar […].

    En su tesis, Olivier estudia los idiolectos de una serie de hablantes (el habla concreta de estos) para investigar qué factores condicionan la posición del pronombre en sus gramáticas individuales. Todo un señor trabajo que le va a granjear un muy merecido título de doctor, después de tres años examinando y auscultando complejos verbales para llegar a un buen diagnóstico. Me imagino que cuando lea esto, tendrá más o menos esta pinta:

     Origen de la foto

    Olivier, Doctor Iglesias, me hubiera encantado haber podido verle (o haberle podido ver, comme vous voulez) defendiendo la tesis, ya que habría aplaudido à rabier (que es como aplaudir a rabiar, pero más finamente, a la francesa), pero no ha podido ser… Así que no me queda más que contentarme con mandarle un gigantesco ¡ENHORABUENA! desde aquí, acompañado de un fuerte abrazo.

    ➔ Y un pequeño regalo, con interposición, oído la semana pasada en una cena: Yo ya lo llevo un rato bebiendo.

    Eso sí, ese lo se refería al pacharán y no he encontrado mucha bibliografía acerca de cómo el factor alcohólico afecta a los datos lingüísticos…

    El que quiera peces, que se coche el culo. Pero luego que no se meye…

     Extrañamente, todavía no me han mandado a freír espárragos cuando aparezco en pueblos de la geografía española y someto a alguno de sus habitantes a hora y pico de ver y describir vídeos en los que gran parte de mi familia y servidora realizamos acciones diversas, variopintas y, en ocasiones, absurdas, que es la única reacción que parece lógica. Al contrario, la reacción más habitual es preguntarme si de verdad me sirve para algo la entrevista. Por mucho que yo insista en que sí, creo que no acaban de creérselo mucho… Me miran preocupados, pensando que así no voy a conseguir ganarme el pan ni, mucho menos, fundar una familia. Pero enseguida quitan la cara de preocupación y vuelven a concentrarse en la pantalla, como diciendo: «Si tiene alguna opción de cobrar con estas cosas, por mí que no quede».  O yo tengo mucha suerte al encuestar o hay mucha gente buena por ahí…
    A veces, me regañan un poquito por no haber avisado con la suficiente antelación, lo que les hubiera permitido recabar todas las palabras idiosincrásicas del pueblo. Esta es una de mis reacciones favoritas (insisto en que la regañina es pequeña), pues suele venir de personas con una gran sensibilidad metalingüística y que suelen brindarme verdades lingüísticas como puños y palabras que nunca había oído, como hizo Amparo, no sé si recuerdan.
    También Juani, de Gumiel de Mercado (Burgos), a pesar de no haber tenido tiempo para recopilar todas las palabras que le hubiera gustado, me dio unas cuantas… Comparto, pues vivo. Cuando llueve en Gumiel de Mercado (y doy fe de que esto puede llegar a ocurrir con virulencia) uno no acaba mojado, sino cochao (y, muy probablemente, con los panalones rezamostaos; esto es, sucios). En Gumiel, los débiles no son flojuchos, sino que están desainidos. No sé si tendrá algo que ver con desainar (que significa ‘desangrar’), pero en cualquier caso no parece ser exclusivo de Gumiel de Mercado, a juzgar por lo que dicen en este foro de La Nuez de Arriba, también en Burgos. La última, fantástica, es meyazas, que significa ‘meona’ y que parece venir de meyar, supongo que un estadio previo  de la forma mear.

    ¿Conocíais alguna de ellas? ¿Alguna idea de su origen?

    Entre nortes anda el juego

    Gracias a Bea, a Fernando, a Iago, a Iria, a Cristina, a José Antonio, a Lucía, a Raquel, a Rodrigo, a Laura, a Míkel, a Conchi, a Borja, a Ekaitz, a Julio, a Javier, a Che, a la mamma y el pappa, a José, a Concepción, a Dolores, a Áurea, a Jesús, a Marcial, a Miguel, a Aurelia, a Benilde, a Juani, a Raúl, a Manuel, a Ricardo, a José Antonio y a José Antonio, a José Miguel, a Isabel, a María, a Rosario, a Evelino y a Juan

    En las últimas tres semanas (o eso creo, empiezo a perder la noción del tiempo desde que no se mide en kilómetros) he estado de encuestas por Galicia y unos cuantos lugares del norte de España. Así que apenas he encontrado tiempo para escribir las entradas de rigor.

    En el viaje de Galicia, nos pasamos Google Maps: ya no deja poner más letras
    Tampoco nos quedamos muy cortas en el viaje del -llamémosle- nororiente –y que me perdonen los catalanes–

    Recuerdo vagamente haber prometido una palabra por cada pueblo visitado, pero me temo que mis promesas no valen un pimiento y que tendrán que conformarse (lo sé, lo sé, LO SIENTO) con un poco menos, aunque sólo por ahora. Les compensaré en cuanto me ponga a transcribir los millones de horas de grabación (según los organizadores, tres horicas según el gobierno) que estoy juntando.

    Para no ser tan horrible, les dejo un pequeño aperitivo. En el cuestionario que realizo para completar los datos de mi tesis siempre me llama la atención que algunos campos semánticos parecen prestarse más a la diversidad léxica que otros. Por ejemplo, suelo encontrar muchas de palabras para golpe dado con la mano a una persona (además de las típicas torta, sopapo, bofetón), mientras que otras acciones, como nadar o sentarse suelen ser… eso, nadar o sentarse. Las palabas para tortazo me las reservo para cuando esté transcribiendo, pero les traigo otras. ¿Saben ustedes las cotillas, curiosas, correveidiles, chismosas…? Suelo recibir respuestas dispares cuando pregunto por ellas y he descubierto algunas palabras que no conocía: conterilla (en Cádavos, Orense); alparcera (en Épila, Zaragoza) y avrigoada (o algo que se pronuncia parecido, pero que no tengo ni idea de cómo se escribe, en Laxoso, Pontevedra). En Ribaforada (Navarra) emplean alcahueta, (que no me era desconocida) y al preguntar por ella en Épila (a apenas 64 km), resultó ser demasiado grosera.

    Una última cosa: ¿recuerdan que en Quintanilla de Rueda les daba pena el sol? Pues en Gumiel de Mercado (Burgos), les ofende.

    Prometo hacer justicia a toda la gente que sale en el agradecimiento entre la semana que viene y la próxima. Palabra de filóloga.

    Syntax is all around

    Entendamos la evolución como la supervivencia de los mejores cuidadores y de los mejor cuidados.
    George Lakoff.

    Igual han pensado que abro con esta frase por su interés psicobiológico… Qué monos… Pues no. La pongo por lo siguiente:

    Entendamos la evolución como la supervivencia de los mejores cuidadores y de los mejor cuidados.

    Cuidadores y cuidados parecen palabras muy similares: ambas son masculinas y plurales, ambas llevan un artículo (los) y, sin embargo… ¿Qué es lo que ocurre para que mejor aparezca en plural delante de cuidadores, pero no delante de cuidados? Pues lo que ocurre es que cuidadores es un sustantivo de pleno derecho, mientras que cuidados no lo es: cuidados es un adjetivo (que viene del participio del verbo cuidar), aunque aparece sustantivado en este contexto, ya que el sustantivo al que se refiere está omitido (sería algo como los seres mejor cuidados). Como cuidadores es un sustantivo, mejores es un adjetivo y ambos concuerdan en número. Pero como cuidados es un adjetivo, mejor es un adverbio, así que no tiene número para concordar.

    ¿Y por qué les meto este rollo? Primero, porque me encanta. Y segundo, porque muchas veces la gente se pregunta (o lo que es peor: me pregunta) para qué vale la sintaxis que estudiaron en el cole. Pues para esto mismo: para entender (y maravillarse de) que las palabras tienen algo dentro que hace que se comporten de una manera o de otra. ¿O no es fantástico que si hubiéramos dicho los mejores cuidados y, por lo tanto, cuidados hubiera sido un sustantivo, ya no nos estuviéramos refiriendo a personas, sino a acciones (como en cuidados intensivos)?

    Hoy, transcribiendo una entrevista, he encontrado un ejemplo inmejorable de la conciencia sintáctica de los hablantes. La que habla es una señora de un pueblo de Albacete, llamémosla María, y está hablando de que algunas personas «hablan peor» (los nombres son falsos):

    Y puestos a decir la comida, la, la Juana aún: «La, la comía, voy a hacer la comía«. La Juana aún lo dice. […] Esa mujer, a ver, que es más antigua que nosotras. Es la comida. […] Como muchas veces digo: «La comía es lo que t’has comío ya, Juana.»
     

    María nota una diferencia entre la comida con la /d/ (un sutantivo) y la comía sin la /d/ (que sería un adjetivo: ‘lo que ya te has comido’). Esto es fantástico, pues muchos de los trabajos que han estudiado la pérdida de la /d/ (Ya me lo he acabao to) han notado que se da antes en participios (he acabao, he comío) que en sustantivos (cazaor, comía). Parece que María ve esto clarísimamente.

    Lo más bonito de la sintaxis, (pa mí, of course), es cuando los hablantes la cambiamos, para poder decir todo lo que queramos. Por ejemplo, es muy común estar escuchando la radio y oír Son las once, las diez para ti que nos escuchas desde Canarias. Para los que están en Canarias, esta frase no tiene más misterio. Sin embargo, para los que no lo estamos, puede ser (un pelín) chocante. ¿Y por qué? Porque siempre tiene un referente concreto: siempre se refiere a aquel al que hablamos. Por lo tanto, cuando le acompaña una oración relativa (como que nos escuchas desde Canarias), esta suele ser explicativa (que solo añade información extra) y no especificativa (que identifica a aquel del que se habla). Por ejemplo: Tú, que eres mi hermana, lo sabes mejor que nadie. Pero la radio es un contexto muy especial, en el que el que habla no tiene a sus interlocutores delante, así que se siente raro en la radio. Por ello, retorcemos un poquito la sintaxis a la que estamos acostumbrados y adaptamos la lengua a nuestras necesidades.

     Bueno, les dejo para que puedan cantar felices… I feel it in my fingers, I feel it in my toes… Love Syntax is all around me, and so the feeling grows…

    Acichando leonesismos

    Gracias a Elena, a Cris, a David, a Miguel Ángel, a Marga, a Henar, a Marti, a Cuna, a las Catalinas, a Pili y a José María

    Este puente del Pilar, en vez de irme al reino de Aragón, como mandan las buenas maneras, lo he pasado en el de León, por llevar un poco la contraria, OBVIO. Ya saben ustedes a lo que me dedico cuando viajo, así que no se lo repito. Como voy a estar las próximas semanas recorriéndome la mitad norte de la Península, he pensado en ir dejando por aquí una palabra por cada pueblo que visite. Que compartir es vivir. Dicen.

    Este fin de semana me han acogido en tres pueblos y en todos se han esforzado por recordar esas palabras que los diferencian de pueblos cercanos o que están a punto de perderse. En Albires, pegandito con Valladolid, no se resfrían, sino que cogen romaízo (la RAE incluye romadizo, que significa ‘constipado de nariz’, y si le hacemos caso, resulta que uno puede incluso romadizarse como se descuide). En Quintanilla de Rueda, ya cerca de Cistierna, el sol no les deslumbra o les molesta, sino que les da pena, expresión que conserva el significado de pena de ‘dolor’, frente al ahora más habitual de ‘tristeza’ o ‘lástima’. Y en Turcia, a orillas del Órvigo, delingan los árboles para hacer caer sus frutos (en vez de varearlos, que es lo más habitual). Delingar existe también en gallego, con el significado, bastante menos específico, de ‘soltar’. Ahora mismito es tiempo de delingar las nueces, por cierto, como esas tan ricas que están ahí soleándose…

    ¿Habíais oído algunas de estas palabras? ¿Cuáles son esas palabras que solo se dicen en vuestra región, en vuestro pueblo o, incluso, en vuestra familia?