Escribo para llenar un vacío. Que poético, me dirán. Un vacío en su alma, pensarán. Pues no, pero casi, les responderé prontamente. Un vacío léxico[1], que me trae por la calle de la amargura, que, por cierto, es una –o, más bien, muchas– calle de verdad. Explicar un vacío léxico no es tan fácil como parece; entre otras cosas, por razones obvias: faltan las palabras.
Pónganse en situación: son ustedes doctorandos (en cualquier materia) y no viven solos: ya sea con sus padres (lo más probable), con unos amigos o, por qué no, en pareja. Acaban de desayunar y dicen (elijan una opción):
a) Bueno, me voy a trabajar.
b) Bueno, me voy a estudiar.
c) Bueno, me voy a continuar con el desarrollo de mi tesis.
Si usted ha elegido c), miente como un bellaco, así que elija otra. No importa lo muy queridos que sean los cohabitantes de su hogar y lo bien que sepan que ustedes hacen una tesis, obtendrán una de las siguientes respuestas:
a) ¿A trabajaaaaaaaaaaaar?
b) ¿A estudiaaaaaaaaaaaar?
Algún listillo me dirá que ha elegido la d) «Bueno, me voy.» Eso es lo que acabamos haciendo todos. Pero a mí me deja un saborcillo de tristeza; a veces le apetece a uno decir a dónde se va, como todos los demás. Por otra parte, hay algunas situaciones en la vida de uno en las que hace falta especificar la actividad de ese mismo uno.
Lo que intentaba sugerir con este pequeño test tipo SuperPop es que en nuestro querido idioma a mí me falta una palabra que signifique ‘desempeñar las actividades necesarias para el desarrollo de una tesis doctoral’. Creo que lo que hace que dicha palabra no pulule por ahí todavía es la diversidad de tareas que puede suponer hacer una tesis. Así, por actividades necesarias puede entenderse leer, pipetear, pasar el día observando el comportamiento de niños, hacer trabajo de campo, clasificar datos, analizarlos, listar bibliografías o muchas otras cosas.
Sé que no está en mano del común de los mortales inventarse una palabra (el DRAE solo recoge dos palabras con copyright: gas y jitanjáfora) y que el colectivo de doctorandos no se caracteriza por su prestigio, pero hoy quiero hacer un llamamiento a dicho colectivo. ¡Luchemos contra nuestra invisibilidad! ¡Unámonos por nuestro derecho a no tener que explicar qué es una tesis cada poco! ¡Saltemos a la calle! ¡Acampemos en las salas de becarios! ¡Para que dentro de unos meses, «¿Estudias o trabajas?» tenga una TERCERA opción!
Por supuesto, el primer paso es analizar nuestras opciones. La más clara es tesear, que es la que se forma con más naturalidad en la lengua. A mí me parece corta, yo soy más rimbombante, pero tengo algún amigo que la usa de vez en cuando. Por cierto, parece que hay algún otro que la usa con un significado un poco diferente (¿a partir de tesón?). Yo voy a empezar a usar teshacer, que tiene una especie de incorporación de objeto convertido en un pseudoprefijo y además es irregular (Teshago mejor por las mañanas). Aunque mi madre me ha propuesto tesistear, que me gusta, y voy a usarla más en plan coloquial, entre amigos y esas cosas. Si no les gusta ninguna, pero sienten el mismo vacío, cojan otra, junten letras al azar o creen extraños cruces como tesbajar, y cuélenlas siempre que puedan en la conversación, rellenen sus estatus de Facebook y Tuenti con ellas, escríbanlas en sus e-mails a sus directores de tesis, pónganlas como hashtag en sus tuits, invéntense refranes (dando ejemplo: A quien tesea, el ministerio le torea)…Teseen, teshagan, tesisteen… a viva voz.
[1] Un vacío léxico, para los que sigan despistados pensando en poesía, suspiros y dientes como perlas, es un hueco en el vocabulario: la falta de una palabra para designar un concepto.
Una reflexión muy interesante;) Sé que buscas la economía y quieres usar una sola palabra. Pero yo creo que tanto estudiar como trabajar valen para explicar lo que hacemos porque una tésis se divide en mil y una partes. Lo único que hay que dejar claro es que a fin de cuentas tú eres el que decides lo que haces y no tus profesores o tus jefes.
Bueno, voy a seguir haciendo lo que quiero…y así mira que afortunados somos los que teshacemos:)
¡Gracias! 🙂 No sé si es solo economía, sobre todo creo que precisión. Estudiar, trabajar, investigar… Hacemos muchas cosas, pero cuando no añadimos la coletilla «para la tesis», la interpretación primera de la frase siempre es otra, y a veces me apetecería tener una palabra justa, a la que no le hicieran falta más explicaciones. En cualquier caso, como dices, ¡teshagamos en cualquiera de sus manifestaciones encantados de la vida!
Aportamos una serie de términos que pudieran ser de interés para aumentar el etiquetado de la entrada (y de paso, hacer un lúdico ejercicio de parasíntesis).
Realmente, se puede considerar que la «tesis doctoral» no es más que la elaboración de un documento, original e inédito, de carácter burocrático y con un fin institucional, que surte efectos administrativos inmediatos al par tesishabiente y almamatercausante, y diferidos para con otras instituciones burocráticas; de lo que se puede inferir que el verbo preciso que predicara la acción fuera el de tesiscausar.
[Nota al margen: Éste puede ser también el inicio de un largo proceso para todo tesishabiente que tenga gusto por la docencia y desee convertirse en anecahabiente, en el que se producirán sucesivas anecacausas, que darán lugar a las respectivas anecaciones. Estas tres últimas formas lingüísticas serán siempre objeto de variaciones a la par que la denominación oficial de la que se disponga para la institución burocrática que surta los efectos administrativos correspondientes; en la actualidad, y para el Reino de España, ANECA].
Por otra parte, en innumerables tesishabientes está instalada la visión más romántica, que en muchos casos engarza de manera parcial o total con la de proyecto vital, y quizás se consideren nombrarse a sí mismas como tesislabrantes, tesislabradoras o tesislabradores (que de las tres formas pudiera indicarse) que se dedican a tesislabrar, denominación que abre intensionalmente la dimensión semántica de la acepción hacia una orfebre manufactura y a un tiempo artesanalmente dedicado al producto final, según la lematización que de labrar hace propia la RAE y refiere en el asiento respectivo del DRAE para sus acepciones primera, cuarta y quinta.
Una anécdota a la vez que recomendación cinéfila para todas aquellas personas que tesislabran. Una de tantas tesislabradoras incomprendidas en sus ámbitos familiar y de amistad (debido a que erróneamente asocian los tiempos empleados por ellas a simplificadoras ideas de ociosidad indolente cuando no procastinadora, y al margen, por tanto, del rédito sobre el capital productivo que consideran debiera guiar toda actividad profesional), recomendó a éste que ahora les escribe, la película On connaît la chanson (Alain Resnais, 1997), una vez que la vio. Aún cuando el argumento principal de esta película cantarina no se sitúa alrededor de una «manufactura doctoral», esta tesishabiente me refirió que, sin conocer a las otras personas que veían al tiempo la película en la sala de proyección, sí creyó reconocerlas como de su misma grey becarial de tesislabrantes y tesishabientes, pues todas reían al tiempo con los mismos gags de Camille (hermana tesishabiente de Odile, el personaje principal), aún siendo muchos de estos guiños bastante sutiles. Agnès Jaoui y Jean-Pierre Bacri, la pareja de guionistas de la película, también debían haber sido tesislabrantes, o al menos tesishabientes, pensaba mi informante, que cuando visionaba dicha película en la filmoteca madrileña una tarde de sábado en compañía de su hermana, hacía ya tres meses que había finalizado su contrato de beca predoctoral y aún había de tardar otros dieciocho meses en llegar a pronunciar el «Habemus tesis». Está claro que, para esta tesishabiente, que se las tuvo que ver durante todos esos meses con las chanzas de sus más íntimos, incluida su hermana (fidus acates, cómplice y compañera habitual de cine y otras aficiones), más que tesiscausaba, ella tesislabraba.
Aportamos una serie de términos que pudieran ser de interés para aumentar el etiquetado de la entrada (y de paso, hacer un lúdico ejercicio de parasíntesis).
Realmente, se puede considerar que la «tesis doctoral» no es más que la elaboración de un documento, original e inédito, de carácter burocrático y con un fin institucional, que surte efectos administrativos inmediatos al par tesishabiente y almamatercausante, y diferidos para con otras instituciones burocráticas; de lo que se puede inferir que el verbo preciso que predicara dicha acción fuera el de tesiscausar.
[Nota al margen: Éste puede ser también el inicio de un largo proceso para todo tesishabiente que tenga gusto por la docencia y desee convertirse en anecahabiente, en el que se producirán sucesivas anecacausas, que darán lugar a las respectivas anecaciones. Estas tres últimas formas lingüísticas serán siempre objeto de variaciones a la par que la denominación oficial de la que se disponga para la institución burocrática que surta los efectos administrativos correspondientes; en la actualidad, y para el Reino de España, ANECA].
Por otra parte, en innumerables tesishabientes está instalada la visión más romántica, que en muchos casos engarza de manera parcial o total con la de proyecto vital, y quizás se consideren nombrarse a sí mismas como tesislabrantes, tesislabradoras o tesislabradores (que de las tres formas pudiera indicarse) que se dedican a tesislabrar, denominación que abre intensionalmente la dimensión semántica de la acepción hacia una orfebre manufactura y a un tiempo artesanalmente dedicado al producto final, según la lematización que de labrar hace propia la RAE y refiere en el asiento respectivo del DRAE para sus acepciones primera, cuarta y quinta.
Una anécdota a la vez que recomendación cinéfila para todas aquellas personas que tesislabran. Una de tantas tesislabradoras incomprendidas en sus ámbitos familiar y de amistad (debido a que erróneamente asocian los tiempos empleados por ellas a simplificadoras ideas de ociosidad indolente cuando no procastinadora, y al margen, por tanto, del rédito sobre el capital productivo que consideran debiera guiar toda actividad profesional), recomendó a éste que ahora les escribe, la película On connaît la chanson (Alain Resnais, 1997), una vez que la vio. Aún cuando el argumento principal de esta película cantarina no se sitúa alrededor de una «manufactura doctoral», esta tesishabiente me refirió que, sin conocer a las otras personas que veían al tiempo la película en la sala de proyección, sí creyó reconocerlas como de su misma grey becarial de tesislabrantes y tesishabientes, pues todas reían al tiempo con los mismos gags de Camille (hermana tesishabiente de Odile, el personaje principal), aún siendo muchos de estos guiños bastante sutiles. Agnès Jaoui y Jean-Pierre Bacri, la pareja de guionistas de la película, también debían haber sido tesislabrantes, o al menos tesishabientes, pensaba mi informante, que cuando visionaba dicha película en la filmoteca madrileña una tarde de sábado en compañía de su hermana, hacía ya tres meses que había finalizado su contrato de beca predoctoral y aún había de tardar otros dieciocho meses en llegar a pronunciar el «Habemus tesis». Está claro que, para esta tesishabiente, que se las tuvo que ver durante todos esos meses con las chanzas de sus más íntimos, incluida su hermana (fidus acates, cómplice y compañera habitual de cine y otras aficiones), más que tesiscausaba, ella tesislabraba.
¡Qué habilidad neologística, Pelaire! Tesislabrar pasa inmediatamente a engrosar mi vocabulario, terriblemente adecuada para describir mi trabajo de campo, que además de ser de campo, es en medio rural. Y gracias por la recomendación cinéfila, ¡me la apunto!
En linea con la simplicidad, que siempre es buena consejera, se podría inventar el verbo tesinar, de fácil declinación. 🙂
Me gusta tesinar… ¡Pero parece referirse más a la tesina que a la tesis! Claro, que dónde habrán quedado las tesinas… 😀
Por aportar algo de forma muy gratuita a la conversación, en mi escuela (arquitectura) existe el concepto de Proyecto Fin de Carrera, o PFC, y está extendidísimo el uso de pefecear entre los alumnos. Como tesis no gasta siglas (y si las gastase sería T, y tear suena un poco feo) propongo tesisear como alternativa sonora y rimbombante.
PD: Soy Enrique, el del cole. El otro día hablando con Edu en un bareto me contó cómo te había encontrado por twitter, así que hoy te he buscado y me he quedado alucinando con el blog. La verdad es que la lingüística me interesa muchísimo, así que me has tocado la fibra totalmente 😉
¡¡Un saludo!!
¡Hola, Enrique! Nada de gratuito, «pefecear» merece publicidad… Me encantan las palabras formadas a partir de siglas. Me gusta también «tesisear», por su parecido con «sisear»… Tardes tesiseantes tengo muchas, 😉 Muchas gracias, en serio, ¡me hace mucha ilusión!