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Me voy ande haiga falta pa yo encuestar: Canarias 2018

Las crónicas de las campañas COSER en las que tengo la suerte de participar ya son un clásico de este blog y la campaña Canarias 2018 no iba a ser una excepción. El día 2 de marzo, un grupo grandito de dialectólogos, compuesto por alumnos, doctorandos y profesoras de las universidades de Gante, Lausana y la Autónoma de Madrid y comandados por Miriam Bouzouita, Mónica Castillo Lluch e Inés Fernández Ordóñez los plantemos en Fuerteventura, listos para entrevistar a gente rural y de edán avanzada. Al día siguiente peguemos a encuestar, grabadora, cámara y bloc de notas en mano y, dispués de que los cochitos nuestros cubrieran todos los pueblos de la isla en un día y medio, tomemos el ferry pa dir a Lanzarote y entrevistar la isla toda. Durante cuatro días, los siete u ocho coches imos ahí bajo y allí riba, entrevistando aquín y allín, aprendiendo que en las islas basta un camello para arar lo que en la península necesita lo menos dos machos; que es el estómago del baifo lo que sirve para cuajar ese delicioso queso majorero; que a la mar uno se día a pulpiar; que habían personas que tenían un don y podían curar de madre con sus manos, es más: entoavía las hay y las puede una entrevistar… Como ven, cosas bastantes. Lo más que me interesó fue la estrategia para cultivar las viñas en Lanzarote, sembrándolas en su terreno arcilloso y cubriéndolas luego con su picón volcánico, que ayuda a conservar la humedad y evitar que la evaporación cause que se pierda l’agua, un bien precioso.

Veces encuentras al informante más rápido, veces tardas mas, pero los canarios siempre suelen de estar encantados de atenderte. Además, en las islas hay calor, algo que hemos echado últimamente de menos por Europa central, y no te dan sino comida deliciosa. Yo nunca hubiera tomado tanto mojo (ni hablado tanto del gofio). Asina da gusto.

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Miren pa’l afoto de grupo.

En conclusión, lo hamos pasao bienísimo. Hay quien crea que para ser feliz no hace falta más nada y yo… creo que volvamos.

Oriente 2016

Hace dos fines de semana tuve la suerte de volver a participar en las campañas de encuesta del COSER, de las que ya os he hablado aquí, aquí, aquí y aquí. Volvimos a poner rumbo hacia el oriente: encuestamos pueblos de Castellón, Tarragona y Valencia entre sábado y domingo, en lo que se denomina técnicamente como una señora paliza. Éramos nueve coches (¡dos venidos desde Ciudad Real!) y casi 50 encuestadores. Aquí nos tenéis a la mayoría, con el castillo de Peñíscola al fondo:

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Lingüísticamente fue, como siempre, interesantísimo: yo volví a recoger unos cuantos casos de mi adoradísimo se con verbo en 2ª persona del plural (aunque ningún caso en 1ª esta vez, lo cual es igual de interesante; si tenéis mucho interés por los detalles técnicos, disfruté como una enana escribiendo esto): ¡se vais a ir cargaos!, nos advertía Juan, mientras nos regalaba guixasos, tomate en conserva, almendras y vino, todo de su propia cosecha. Pudimos escuchar, además, muchos rasgos típicos del contacto entre español y catalán: casi que todos los informantes habían de explicarnos que era eso de los guixasos, aunque tampoco no nos quedó muy claro hasta que lo vimos con nuestros propios ojos. Ahora te explicaré qué son: unas legumbres parecidas a los garbanzos, aunque más blancas. Informantes ha habido de republicanos y de nacionales y todos nos han tratado igual de bien. Por cierto, que lo de entrevistar en pueblos no solo da alegrías lingüísticas, sino también perspectiva sociológica: de una punta a otra del país (y probablemente también traspasando fronteras nacionales) encuentras personas a las que se les iluminan los ojos recordando que el rabo del cerdo se lo comían ellos, los niños (porque el informante siempre se convierte en niño cuando mencionas el rabo del cerdo); coincidencia en describir el nacimiento de los pollitos como precioso; unanimidad en explicar que a las parturientas se les daba caldo de gallina y, si se podía, chocolate… Sea cual sea su lengua materna, sea cual sea el partido al que votan; sus experiencias, su cultura y su sabiduría son tan similares como ricas en matices y esto resulta tan claro que las ganas de dividir de algunos no pueden más que apenar, pero me estoy yendo del tema.

Si lingüísticamente fue interesantísimo, personalmente fue también genial: aunque tres días no son suficientes para conocer a todo el grupo, sí son auténticamente intensos para los subgrupos que conformamos un coche y yo tuve la suerte de estar acompañada por tres alumnos que eran puro buen humor, pura simpatía, pura energía y puro interés. Para que os hagáis una idea de lo estupendos que eran: no solo me aguantaron que les pusiera los grandes éxitos de Jorge Negrete (cantados por alguien que no era Jorge Negrete), sino también que los arrastrara al museo de Carles Salvador, en Benassal (Castellón). ¿»Carles quién», te preguntas?

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Fan picture de la menda

Carles Salvador (1893–1955) fue un gramático valenciano que defendió muy activamente una renovación pedagógica que incluía que la escuela se impartiera en valenciano. Formó parte del grupo de escritores, editores y maestros valencianos que firmaron en 1932 las «Bases per a la unificació de l’ortografia valenciana» o «Normes de Castelló», un esfuerzo normativo que unía la norma ortográfica del valenciano con la que había impulsado Pompeu Fabra para el catalán en 1931. De todo esto tampoco sabía yo nada antes de entrar a su museo en Benassal, que era el pueblo de su mujer y en el que enseñó durante casi 20 años. Sí sabía, sin embargo, que había escrito una Gramática valenciana, que he consultado y citado, y admito que me hizo ilusión descubrir que acababa de encuestar a una señora maravillosa en un pueblo dedicado por entero a su figura. Y allí que me acompañaron, angelicalmente, María, Moritz y María.

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Porque todos no pueden ser ángeles de Charlotte, ¡hay que trabajar alguien!

Oriente 2013

Con imperdonable retraso (mudarse lleva su tiempo), llega, ¡tatatachán!, la crónica de la última campaña COSER, Oriente 2013. Aunque ya nos estarán imaginando ustedes persiguiendo una estrella y cargaditos de oro, incienso y mirra, les hablo del Cercano Oriente (aunque por Campo de Mirra sí que pasemos): ese trocico donde el catalán, el aragonés (o al menos muchos de sus rasgos) y el castellano hacen frontera. Vean en el mapa, vean, lo que 23 encuestadores (Inés, Olga, Javi, Mónica, Jaime, Víctor, Emeli, Sergio, José Ignacio, Juliette, Ana, Bea, Elena y Elena, Fernando, José Luis, Judit, Álvaro, Quique, Araceli, Purificación, Yanina y una servidora) nos recorrimos en tan apenas seis coches: (un pelín de) Teruel, Castellón, Valencia, Alicante y Murcia.

El porrón de enclaves encuestados en Oriente 2013

 

Si la tiña envidia no les corroe aún, es porque no los entienden a nosotros, los filólogos, que disfrutemos muncho por ahi riba y por ahi bajo. Además hamos tenido una campaña de lo más especial, porque celebremos 25 años del COSER y la (casi) compleción de las entrevistas por la Península. Para ello, como no podía ser de otra manera, cayó algún señor arroz y algotro regalo especial, además de que contemos con la presencia de grandes figuras históricas de las encuestas. Aunque todavía no obra en mi poder la tradicional foto de grupo, en esta nos se ve a muchos:

 

A falta de una foto de todo el grupo, valga una en la que se observa la capacidad de no llamar la atención de los encuestadores COSER (ar fondo, tos junticos), mientras la jefa (Inés Fernández-Ordóñez, de rojo) prueba su propia medicina: una exhaustiva entrevista semidirigida.

 

*Update: ya tenemos fotico.

Todos. Bueno, falta Olga, pero ya es una costumbre suya. Lo más ordenadamente que puedo: Mónica, Juliette, Sergio, Quique, Yanina, Álvaro, Elena, Fernando, José Luís, Elena , Puri, Javi, Emeli, Víctor, Judit, Nacho, Irene, Carlota, Araceli, Jaime, Inés, Bea y Ana.
Fin del update*

 

Si me pongo a hablar del sinfín de fenómenos lingüísticos, documentados y por documentar, que nos encontramos, me vuelven a dar los sofocos y no acabo. Pero voy a aprovechar la coyuntura para colarles una pintada que se ve yendo por la A-3, en un puente a la altura de Cheste, y que viene pintiparada a la cuestión de los dialectalismos orientales.

 

 Fuente de la foto (en Internet están hasta las pintadas que ve una desde el coche)

 

Es bien sabido que los catalanoparlantes son muy de decir eso de habían muchos coches. No hay purista de buenas costumbres que no tuerza el gesto cuando se cruza un ejemplo de haber concordado: «¡Pero que es había, so bruto!». Claro que ya me van conociendo ustedes y saben que, como me llamen bruto a un hablante nativo, les tengo que soltar una colleja si están cerca y un espich si están lejos. El haber concordado no va a ser una excepción y a falta de collejas buenos son espiches.
 Lo cierto es que que haber concuerde con su objeto no es nada raro… Con un poquito de inglés que sepan ya ven por dónde voy, pues es precisamente lo que ocurre en esa lengua; que there is a car in the street, pero there are some more over there. Antes de que me acusen de hacer trampas, admitiré que hay una diferencia importante entre el inglés y el español en este tema (que, por cierto, se llama construcción existencial, por aquello de que informa de la existencia de algo). En inglés usan el verbo to be ‘ser/estar’ en la susodicha, por lo que parece lógico que aquello que es/está concuerde con el verbo, por ser su sujeto; mientras que en español usamos el verbo haber, que antes significaba ‘tener’ y, claro, lo que tenía era un objeto. ¡Ay, la lógica, qué risa! Fíjense, fíjense; resulta que, igual que en español existe la tendencia a hacer sujeto lo que hay mediante la concordancia con el verbo (habían coches), en inglés existe la contraria: hacer de lo que es y está objeto y fijar el verbo en singular (there’s cars). Que tantos hablantes no se aclaren nos dice que las dos posibilidades deben de tener sus ventajas y por eso la variación entre ambas es, además de natural (como toda la variación lingüística), frecuente.
 Voy con la pintada, que no se me olvida, no. Habrán crisis hasta que haya ética. Vaya ejemplo precioso les traigo; de esos que, si llevara alguien una tarde a la RAE (ejem, no es una sugerencia velada, ejem), se desataría el caos en la Docta Casa. ¡No será pa tanto! Pues sí que lo es, porque en este caso, la incorrección normativa le da mil vueltas a su versión «correcta», que ya debe estar agachada en un rincón, abrazándose las rodillas y balanceándose rítmicamente.  
 Crisis, sustantivo que nos es tristemente familiar, es un helenismo de estos que no cambian de forma en plural. Vamos, que a la lengua le da igual si la crisis es solo una y económica o si en realidad tenemos muchas crisis; económicas, políticas, de valores, del madridismo y no sé cuántas otras llevamos ya. De ahí que la forma estándar de nuestra frase, Habrá crisis hasta que haya ética, no solo sería ambigua acerca de la cantidad de crisis de que se habla, sino que en el contexto actual lo lógico sería interpretarlo como un singular: LA crisis, con artículo definido, la que lleva ya un tiempo echándonos a la calle, en todos los sentidos. Así pues, la única forma de decir lo que se quería decir sin ambigüedad posible y sin usar una sola palabra de más era pedirle al verbo que dejara claro que esas crisis eran varias: habráN crisis. Con esto ya no queda duda, no hablamos de LA crisis, sino de todas las crisis.
 La próxima vez que les enerve oír a alguien decir habían árboles o hubieron coches, acuérdense de que esta forma de hablar, sancionada (negativamente) por la oh-adorada-y-temida Real Academia Española, es más funcional que la sancionada (positivamente) por la misma.
 (Philologed, que diría Marshall Eriksen.)

Andalucía 2013

Hay una mihilla menos de un año les resumí la campaña de encuesta del COSER Andalucía 2012 y ahora es el momento de hablarles de Andalucía 2013, de la que regresemos el miércoles pasado, tras una pila de días recorriendo Granada, Almería y una pocaMálaga.
Esta vez habíamos 21 criaturas, que hemos encuestado 80 pueblicos de naíca. Vamos, que nos se ha pegao to el equillo andalú y no ha quedado nadien sin enseñarse a matar un marrano; bueno, un chino; quiero decir, un guarro
Las más de las charlas filológicas han versado sobre adverbios y orientalismos, pero sobre todo bemos hablao de bichas que maman de las mujeres y en esas entremedias hacen de chupete para los zagales, lagartos intrusivos de la intimadad femenina, robos de hembras o vivir en cuevas.
Como pueden ver, semos una familia de varones y hembras bien guapos, nuevos y elegantes:
 Jose, Araceli (¡felicidades!), Inés, Yanina, Bea, Piedad, Ana Elena, Javi, Víctor, Miriam, José David, Mónica, 
Sergio, Carlota, Paula, Judit, José Luis, Eveline, Alberto y Olga y Cristina, que están aunque no se les ve
Acabo con un dicho recogido en Los Tablones, en plenas Alpujarras, de regalico para la cumpleañera, por ser la más interesada en las opiniones sociolingüísticas de nuestros informantes: En Madrid son tan finos que los perros dicen guado y los gatos, miado. ¿A que ahora sus queréis hacer filólogos? Pues darse prisa, a ver si susvenéis algún día a encuestar, que nosotros estamos deseando devolver. ¡Hasta aluego!

El que quiera peces, que se coche el culo. Pero luego que no se meye…

 Extrañamente, todavía no me han mandado a freír espárragos cuando aparezco en pueblos de la geografía española y someto a alguno de sus habitantes a hora y pico de ver y describir vídeos en los que gran parte de mi familia y servidora realizamos acciones diversas, variopintas y, en ocasiones, absurdas, que es la única reacción que parece lógica. Al contrario, la reacción más habitual es preguntarme si de verdad me sirve para algo la entrevista. Por mucho que yo insista en que sí, creo que no acaban de creérselo mucho… Me miran preocupados, pensando que así no voy a conseguir ganarme el pan ni, mucho menos, fundar una familia. Pero enseguida quitan la cara de preocupación y vuelven a concentrarse en la pantalla, como diciendo: «Si tiene alguna opción de cobrar con estas cosas, por mí que no quede».  O yo tengo mucha suerte al encuestar o hay mucha gente buena por ahí…
A veces, me regañan un poquito por no haber avisado con la suficiente antelación, lo que les hubiera permitido recabar todas las palabras idiosincrásicas del pueblo. Esta es una de mis reacciones favoritas (insisto en que la regañina es pequeña), pues suele venir de personas con una gran sensibilidad metalingüística y que suelen brindarme verdades lingüísticas como puños y palabras que nunca había oído, como hizo Amparo, no sé si recuerdan.
También Juani, de Gumiel de Mercado (Burgos), a pesar de no haber tenido tiempo para recopilar todas las palabras que le hubiera gustado, me dio unas cuantas… Comparto, pues vivo. Cuando llueve en Gumiel de Mercado (y doy fe de que esto puede llegar a ocurrir con virulencia) uno no acaba mojado, sino cochao (y, muy probablemente, con los panalones rezamostaos; esto es, sucios). En Gumiel, los débiles no son flojuchos, sino que están desainidos. No sé si tendrá algo que ver con desainar (que significa ‘desangrar’), pero en cualquier caso no parece ser exclusivo de Gumiel de Mercado, a juzgar por lo que dicen en este foro de La Nuez de Arriba, también en Burgos. La última, fantástica, es meyazas, que significa ‘meona’ y que parece venir de meyar, supongo que un estadio previo  de la forma mear.

¿Conocíais alguna de ellas? ¿Alguna idea de su origen?

Entre nortes anda el juego

Gracias a Bea, a Fernando, a Iago, a Iria, a Cristina, a José Antonio, a Lucía, a Raquel, a Rodrigo, a Laura, a Míkel, a Conchi, a Borja, a Ekaitz, a Julio, a Javier, a Che, a la mamma y el pappa, a José, a Concepción, a Dolores, a Áurea, a Jesús, a Marcial, a Miguel, a Aurelia, a Benilde, a Juani, a Raúl, a Manuel, a Ricardo, a José Antonio y a José Antonio, a José Miguel, a Isabel, a María, a Rosario, a Evelino y a Juan

En las últimas tres semanas (o eso creo, empiezo a perder la noción del tiempo desde que no se mide en kilómetros) he estado de encuestas por Galicia y unos cuantos lugares del norte de España. Así que apenas he encontrado tiempo para escribir las entradas de rigor.

En el viaje de Galicia, nos pasamos Google Maps: ya no deja poner más letras
Tampoco nos quedamos muy cortas en el viaje del -llamémosle- nororiente –y que me perdonen los catalanes–

Recuerdo vagamente haber prometido una palabra por cada pueblo visitado, pero me temo que mis promesas no valen un pimiento y que tendrán que conformarse (lo sé, lo sé, LO SIENTO) con un poco menos, aunque sólo por ahora. Les compensaré en cuanto me ponga a transcribir los millones de horas de grabación (según los organizadores, tres horicas según el gobierno) que estoy juntando.

Para no ser tan horrible, les dejo un pequeño aperitivo. En el cuestionario que realizo para completar los datos de mi tesis siempre me llama la atención que algunos campos semánticos parecen prestarse más a la diversidad léxica que otros. Por ejemplo, suelo encontrar muchas de palabras para golpe dado con la mano a una persona (además de las típicas torta, sopapo, bofetón), mientras que otras acciones, como nadar o sentarse suelen ser… eso, nadar o sentarse. Las palabas para tortazo me las reservo para cuando esté transcribiendo, pero les traigo otras. ¿Saben ustedes las cotillas, curiosas, correveidiles, chismosas…? Suelo recibir respuestas dispares cuando pregunto por ellas y he descubierto algunas palabras que no conocía: conterilla (en Cádavos, Orense); alparcera (en Épila, Zaragoza) y avrigoada (o algo que se pronuncia parecido, pero que no tengo ni idea de cómo se escribe, en Laxoso, Pontevedra). En Ribaforada (Navarra) emplean alcahueta, (que no me era desconocida) y al preguntar por ella en Épila (a apenas 64 km), resultó ser demasiado grosera.

Una última cosa: ¿recuerdan que en Quintanilla de Rueda les daba pena el sol? Pues en Gumiel de Mercado (Burgos), les ofende.

Prometo hacer justicia a toda la gente que sale en el agradecimiento entre la semana que viene y la próxima. Palabra de filóloga.

Acichando leonesismos

Gracias a Elena, a Cris, a David, a Miguel Ángel, a Marga, a Henar, a Marti, a Cuna, a las Catalinas, a Pili y a José María

Este puente del Pilar, en vez de irme al reino de Aragón, como mandan las buenas maneras, lo he pasado en el de León, por llevar un poco la contraria, OBVIO. Ya saben ustedes a lo que me dedico cuando viajo, así que no se lo repito. Como voy a estar las próximas semanas recorriéndome la mitad norte de la Península, he pensado en ir dejando por aquí una palabra por cada pueblo que visite. Que compartir es vivir. Dicen.

Este fin de semana me han acogido en tres pueblos y en todos se han esforzado por recordar esas palabras que los diferencian de pueblos cercanos o que están a punto de perderse. En Albires, pegandito con Valladolid, no se resfrían, sino que cogen romaízo (la RAE incluye romadizo, que significa ‘constipado de nariz’, y si le hacemos caso, resulta que uno puede incluso romadizarse como se descuide). En Quintanilla de Rueda, ya cerca de Cistierna, el sol no les deslumbra o les molesta, sino que les da pena, expresión que conserva el significado de pena de ‘dolor’, frente al ahora más habitual de ‘tristeza’ o ‘lástima’. Y en Turcia, a orillas del Órvigo, delingan los árboles para hacer caer sus frutos (en vez de varearlos, que es lo más habitual). Delingar existe también en gallego, con el significado, bastante menos específico, de ‘soltar’. Ahora mismito es tiempo de delingar las nueces, por cierto, como esas tan ricas que están ahí soleándose…

¿Habíais oído algunas de estas palabras? ¿Cuáles son esas palabras que solo se dicen en vuestra región, en vuestro pueblo o, incluso, en vuestra familia?

Andalucía 2012

Veintidós personas, ocho días, sesenta y dos pueblos y unos dos mil doscientos kilómetros de coche. Números muy altos, que resumen la vuelta de las hordas de filólogos a Andalucía, esta vez para encuestar Cádiz, Sevilla, el este de Málaga y el norte de Córdoba. En abril ya les conté de qué iba el tema y no quiero repetirme, sobre todo porque estos números también resumen el nivel de entrecerramiento de los ojos míos y porque en existiendo los hipervínculos, es tontería.

Enclaves encuestados en la campaña Andalucía 2012 del COSER

Una vez más, munchas personas amabilísimas mos han admitido en sus casas y han compartido unas cuantas de historias con nosotros, regalándonos su tiempo y sus palabras. Palabras muy sorprendentes, por cierto. La vorágine fonética que caracteriza al andaluz (con su ceceo, su seseo, su heheo, sus aspiraciones, sus neutralizaciones de /-l/ en /-r/, etc.) ha frenado el estudio de su morfosintaxis, que es lo que nos interesa más a nosotros. Así que nos hemos pasado la semana eufóricos, compartiendo “descubrimientos” sobre pronombres, cuantificadores, orden de palabras… Y posesivos. Mayormente posesivos. Porque, ojú, qué posesivos. En resumen, que lo bemos pasado poco bien.

Esta vez, en el bando de los filólogos habíamos mucha gente con experiencia previa (incluso algunos grandes iconos del COSER), pero también algunos primerizos: aprovechando el CIHLE pudieron apuntarse algunos profesores de otras universidades. Voy a mentar al equipo al completo en riguroso orden al azar: Paula, Quique, Ana, Víctor, Inés, Gema, Álvaro, Yanina, Sergio,  Piedad, Fernando, Olga, Mónica, Puri, Irene, Miriam, Bea, Mauro, Javier, Araceli, Emeli.  Gracias a todos, porque me lo he pasado en grande con ustedes. Y en cuantito que la tenga en mi poder, pongo la fotillo de grupo, no se vayáis a impacientar.

Buscafenómenos nos llaman

Acabo con una de mis palabras favoritas del viaje: trespasaomañana (que es el día después de pasado mañana).

Las mariposas de Huelva

*ADVERTENCIA: Es posible que hacia el final se ponga un poco cursi la cosa. Cuando me da la vena, no hay nada que hacer.*

«Algunos corpiños como “filo”, que quería decir amistad y “logos”, que quería decir palabra, abrigaban mucho y permitían variaciones muy interesantes. Ella un día los puso juntos y resultó un personaje francamente seductor: el filólogo o amigo de las palabras. Lo dibujó en un cuaderno tal como se lo imaginaba, con gafas color malva, un sombrero puntiagudo y en la mano un cazamariposas grande por donde entraban frases en espiral a las que pintó alas. Luego vino a saber que la palabra “filólogo” ya existía, que no la había inventado ella.»

    Carmen Martín Gaite, Nubosidad Variable

El fin de semana pasado, la provincia de Huelva se inundó de filólogos a la caza de  fenómenos dialectales, sin más arma que una grabadora y un bloc de notas. Cada año, en la Universidad Autónoma de Madrid, Inés Fernández-Ordóñez organiza un viaje de prácticas gracias al cual los estudiantes de los últimos cursos de Filología Hispánica llevan a cabo el que suele ser su primer trabajo de campo. En cada viaje se escoge una provincia determinada y se cubre su territorio entrevistando a hablantes rurales. Así ocurre desde 1990 y todo este trabajo es en el que se basa el Corpus Oral y Sonoro del Español Rural (COSER).

Por medio de estas entrevistas se obtienen muestras de fenómenos dialectales, que  nos dan una imagen más exacta de qué es el español peninsular y nos permiten entender mejor cómo cambian las lenguas. No me resisto a poner un ejemplo… En español estándar (ya saben, el que recomienda la RAE) y en el que hablamos muchos, ustedes va acompañado de las formas verbales y los pronombres personales de 3ª persona del plural, igual que ellos o ellas:

·      Ustedes márchense a casa.

·      ¿Ustedes han visto la catedral?

·      Cuando les vimos a ustedes…

En rumano, sin embargo, el equivalente de ustedes (en su uso de alocutivo de cortesía; y similar en su origen, ya que significa literalmente ‘vuestra señoría’, mientras que ustedes viene de vuestras mercedes) es dumneavoastră y concuerda con las formas verbales y los pronombres de 2ª persona del plural, igual que vosotros (voi en rumano):

·      Dumneavoastră duceți-vă    acasă.

           lit. ‘Ustedes      marchaos    a casa’

·      Dumneavoastră ați       văzut biserica?

           lit. ¿Ustedes    habéis visto  la iglesia?

·      Când           văd pe dumneavoastră…

           lit. Cuando os veo a    ustedes…

En Andalucía Occidental nos encontramos un estadio intermedio entre ambas situaciones: ustedes algunas veces aparece con verbos o pronombres en 3ª persona del plural y otras, en 2ª persona del plural:

·      ¿Se vais hoy?

·      No sé si ustedes habéis pasado por ahí

·      No sé si ustedes sabrán…

·      ¿Ustedes qué venís haciendo, una encuesta?

Averiguar en qué condiciones aparecen unos u otros nos permite observar en vivo el paso de dos estadios extremos (el español estándar o general y el rumano) y tratar de averiguar cómo se produce dicho cambio.

Por supuesto, estos ejemplos hacen las delicias del dialectólogo en general y de alguno en particular. Sin embargo, el trabajo de campo tiene muchas otras satisfacciones, en absoluto exclusivas del lingüista. A lo mejor ya han notado en alguna otra entrada la euforia con la que regreso de encuestar, abrumada por la amabilidad de las personas que deciden dedicarnos su tiempo y las historias que nos prestan. Ahora imagínense a veinticinco personas invadiendo los pueblos onubenses, cuyas casas suelen tener las puertas entornadas, en una invitación a los vecinos a asomarse, saludar, pedir un poco de hierbabuena, estar de cháchara mientras el potaje humea en la cocina… Veinticinco personas adentrándose en dichas casas, charlando con sus habitantes, aprendiendo sobre tradiciones y costumbres que se pierden, escuchando anécdotas fabulosas, probando frutas en anís o bebiendo agua de manantial… El fin de semana se envuelve en una atmósfera embriagante, mezcla de entusiasmo, fascinación, risas, cansancio… Y a mí, que por no ser gran bebedora no estoy acostumbrada a los efectos de la embriaguez, se me sube rápido a la cabeza y me vienen muchas ganas de pasar una buena parte de la vida así; lejos de la ciudad, charlando en un patio, cogiendo el postre de un árbol y, claro está, cazando mariposas con un sombrero puntiagudo.

De viaje por tierras cántabras

En Vega de Pas

Gracias a Carlos Pelayo

Ayer me marché de Madrid en dirección al valle del Pas, cuna de los sobaos –de ahí su apellido–. Era el primer día de la semana que voy a pasar entre Cantabria y Asturias, encuestando para mi tesis. “Encuestar para mi tesis” implica convencer a “nativos de la zona” para que me presten dos horas de su tiempo y las dediquen a describir vídeos: la amabilidad de los informantes hace que no sea tarea imposible. Sin embargo, siempre ayuda tener contactos, por lo que la fantástica entrevista que realicé en Vega de Pas se la tengo que agradecer a Carlos Pelayo (espero que te gusten los sobaos…)

A la emoción de descubrir que en Vega de Pas se oye asina por ‘así’ o  mucha frío, hay que añadir otros alicientes que tiene este tipo de trabajo de campo para los no filólogos: ver gamos a mansalva, ser la única mujer de un bar en el que bullen las partidas de mus o comprar una botella de agua de medio litro + una manzana + tres mandarinas por ochenta y cuatro (84) céntimos (¡CÉNTIMOS!). 

En La Revilla

Gracias a Carlos Sopeña

Por la mañana abandoné los valles del interior en dirección a La Revilla (San Vicente de la Barquera). Esta entrevista tengo que agradecerla más especialmente todavía, pues Carlos Sopeña (un cántabro enamorado de su tierra, si leo bien entre líneas), que me facilitó el contacto, no me conoce más que de la interné y tuvo la inmensa amabilidad de ponerme en contacto con otra tremenda enamorada de su tierra y su habla.

Ahora es cuando, de la descripción, paso a la divagación. Cuando se trabaja con informantes rurales, tratando de documentar un habla con visos de desaparición, lo más común es que el propio informante descalifique su lengua, siendo la frase más típica “Aquí hablamos muy mal.” Todo sea dicho, esta frase suele ir seguida de un “Pero en el pueblo de al lado, peor. ¡Ahí sí que son brutos!” Esto último es naturaleza humana en estado puro. Sin embargo, lo de despreciar la lengua de uno no tiene nada de natural. No nos encontramos con esa idea de que “hablamos mal” (todos y cada uno de nosotros) en toda su crudeza hasta que entramos en el colegio y nos enteramos de que un buen porrón de las cosas que decimos “están mal dichas”, “no se dicen así”, etc. Esto, por supuesto, es radicalmente falso. Nuestra forma de hablar es producto de un largo proceso de aprendizaje de una lengua (o mejor, una variedad muy concreta de una lengua) que está sometida a numerosos procesos de cambio y variación, como todas las lenguas naturales,. Estos procesos de cambio y variación son perfectamente normales y no son síntomas de ninguna degradación del lenguaje, una involución, ni nada por el estilo. Pero de esto ya hablé otro día y no quiero repetirme.

A lo que yo iba. Aunque lo más común es encontrarse con personas a las que les han inculcado una pobre opinión de su lengua materna, de vez en cuando encuentras a un valiente que defiende su forma de hablar con orgullo. Así me ocurrió a mí hoy en La Revilla con Amparo. En los diez primeros minutos de la entrevista me dio una clase magistral de lingüística como pocos profesores universitarios saben hacerlo. Me explicó el paradigma morfológico de sus sustantivos masculinos: “Un perru singular, y plural con –o (perros)”, me ilustró perfectamente el concepto de registro lingüístico, explicándome que escribiría su habla local únicamente en algunos contextos, claramente afectivos (“Si yo escribo, escribo con la o. Pero si estoy escribiendo a alguien especial, puede que use la u”), me describió lo que es un continuum lingüístico (“Cuando los límites de provincias se acercan, se mezclan bastante las formas de hablar. Y vas por Asturias en dirección Galicia y te parece que hablan gallego”) y me mostró que las isoglosas existen («Ellos  –en Asturias– terminan en –ina; dirían la santina, y nosotros, la santuca«). Y no hicieron falta ninguna de estas palabras rimbombantes.

Toda la entrevista está empapada de su amor por su preciosa habla cántabra y de sus esfuerzos por conservarla y hacerla más visible. Ahora que estoy leyendo La conspiración de las lectoras de José Antonio Marina y María Teresa Rodríguez de Castro (muy recomendable, por cierto), sobre las primeras luchadoras por los derechos de la mujer en España, Amparo me ha recordado mucho a ellas. Ustedes creerán que exagero, porque son muy malpensados. Pero les explico por qué creo que no lo hago: la única discriminación que se enseña efectivamente en las escuelas españolas (sin que sea ilegal enseñarla) es la discriminción lingüística. Por supuesto, no contra ninguna de las lenguas cooficiales, porque se armaría la de San Quintín: en este país algunos derechos se tienen en cuenta dependiendo de lo serio que nos parezca el nacionalismo que lo respalde. Pero los profesores no tienen reparos en criticar el habla de sus alumnos, empeñados en que “hablen bien” (me han hablado de niños latinoamericanos cuyos profesores les recomiendan no hablar con sus padres mientras hacen los deberes, para no escribir como ellos hablan. Olé, olé y olé.) Los niños llegan a sus casas corrigiendo a sus padres y a sus abuelos, y sus padres y sus abuelos se sienten orgullosos de lo mucho que aprenden sus hijos. En mi humilde opinión, estaría bastante mejor que en el colegio nos explicaran que nuestra forma de hablar debe adaptarse a la situación y que “lo que está mal dicho” en realidad “no es propio del habla escrita o formal”. Y que nos hablaran de la procedencia de nuestras diferencias lingüísticas. Pero eso va en contra de las buenas costumbres, de los libros de texto que llevan enseñando literatura sin animar a la lectura desde hace décadas y del pequeño académico de la lengua que todos llevamos dentro, pegadito a ese árbitro de fútbol que también tenemos en nuestro interior. Por eso, las personas que se atreven a defender el habla que aprendieron al nacer, en la que se criaron y en la que más cómodos se sienten, me merecen toda la admitación del mundo y me recuerdan a ilustres defensores de derechos no reconocidos. Espero que no pase mucho tiempo hasta que en los colegios e institutos se hable de la diversidad lingüística (dentro de una misma lengua) como una riqueza cultural que debe ser respetada, a ver si dejamos de oír en los pueblos de España: “Aquí se dice esto, pero estará mal”.

Ya para acabar, quería recomendarles a todos ustedes que se den un paseo por cualquiera de estos dos pueblos. Aparte de las bellezas del paisaje cántabro, de sobra conocidas, sus palabras particulares y los sobaos, deben conocer sus posadas. En las dos he estado y las dos son preciosas, están en sitios fantásticos y tienen unos dueños amabilísimos (ambos guardianes de las costumbres del pueblo en que nacieron). Perdonen el espacio publicitario, pero es que… es así.