Oriente 2016

Hace dos fines de semana tuve la suerte de volver a participar en las campañas de encuesta del COSER, de las que ya os he hablado aquí, aquí, aquí y aquí. Volvimos a poner rumbo hacia el oriente: encuestamos pueblos de Castellón, Tarragona y Valencia entre sábado y domingo, en lo que se denomina técnicamente como una señora paliza. Éramos nueve coches (¡dos venidos desde Ciudad Real!) y casi 50 encuestadores. Aquí nos tenéis a la mayoría, con el castillo de Peñíscola al fondo:

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Lingüísticamente fue, como siempre, interesantísimo: yo volví a recoger unos cuantos casos de mi adoradísimo se con verbo en 2ª persona del plural (aunque ningún caso en 1ª esta vez, lo cual es igual de interesante; si tenéis mucho interés por los detalles técnicos, disfruté como una enana escribiendo esto): ¡se vais a ir cargaos!, nos advertía Juan, mientras nos regalaba guixasos, tomate en conserva, almendras y vino, todo de su propia cosecha. Pudimos escuchar, además, muchos rasgos típicos del contacto entre español y catalán: casi que todos los informantes habían de explicarnos que era eso de los guixasos, aunque tampoco no nos quedó muy claro hasta que lo vimos con nuestros propios ojos. Ahora te explicaré qué son: unas legumbres parecidas a los garbanzos, aunque más blancas. Informantes ha habido de republicanos y de nacionales y todos nos han tratado igual de bien. Por cierto, que lo de entrevistar en pueblos no solo da alegrías lingüísticas, sino también perspectiva sociológica: de una punta a otra del país (y probablemente también traspasando fronteras nacionales) encuentras personas a las que se les iluminan los ojos recordando que el rabo del cerdo se lo comían ellos, los niños (porque el informante siempre se convierte en niño cuando mencionas el rabo del cerdo); coincidencia en describir el nacimiento de los pollitos como precioso; unanimidad en explicar que a las parturientas se les daba caldo de gallina y, si se podía, chocolate… Sea cual sea su lengua materna, sea cual sea el partido al que votan; sus experiencias, su cultura y su sabiduría son tan similares como ricas en matices y esto resulta tan claro que las ganas de dividir de algunos no pueden más que apenar, pero me estoy yendo del tema.

Si lingüísticamente fue interesantísimo, personalmente fue también genial: aunque tres días no son suficientes para conocer a todo el grupo, sí son auténticamente intensos para los subgrupos que conformamos un coche y yo tuve la suerte de estar acompañada por tres alumnos que eran puro buen humor, pura simpatía, pura energía y puro interés. Para que os hagáis una idea de lo estupendos que eran: no solo me aguantaron que les pusiera los grandes éxitos de Jorge Negrete (cantados por alguien que no era Jorge Negrete), sino también que los arrastrara al museo de Carles Salvador, en Benassal (Castellón). ¿»Carles quién», te preguntas?

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Fan picture de la menda

Carles Salvador (1893–1955) fue un gramático valenciano que defendió muy activamente una renovación pedagógica que incluía que la escuela se impartiera en valenciano. Formó parte del grupo de escritores, editores y maestros valencianos que firmaron en 1932 las «Bases per a la unificació de l’ortografia valenciana» o «Normes de Castelló», un esfuerzo normativo que unía la norma ortográfica del valenciano con la que había impulsado Pompeu Fabra para el catalán en 1931. De todo esto tampoco sabía yo nada antes de entrar a su museo en Benassal, que era el pueblo de su mujer y en el que enseñó durante casi 20 años. Sí sabía, sin embargo, que había escrito una Gramática valenciana, que he consultado y citado, y admito que me hizo ilusión descubrir que acababa de encuestar a una señora maravillosa en un pueblo dedicado por entero a su figura. Y allí que me acompañaron, angelicalmente, María, Moritz y María.

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Porque todos no pueden ser ángeles de Charlotte, ¡hay que trabajar alguien!

1 comentario en “Oriente 2016

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