(Mi segundo) Congreso Internacional de Historia de la Lengua Española (I)

Desde el lunes se celebra el Congreso Internacional de Historia de la Lengua Española en Lima, un congreso trienal que es, sin duda, el evento más importante para los historiadores del español. Es la segunda vez que voy: la primera fue hace seis años en Cádiz (lo conté aquí).

Por ser un congreso tan grande y con bastantes sesiones pararlelas, no se puede ir a todas las charlas y uno se pierde muchas cosas a las que le hubiera gustado ir, pero voy a contaros mi itinerario de los dos primeros días.

La primera charla a la que fui el lunes fue «El problema del americanismo morfosintáctico desde el punto de vista histórico», en la que Juan Sánchez Méndez discutió sobre el hecho de que los rasgos morfosintácticos propiamente americanos suelen ser pocos, ya que lo más común es que el español de América y el de España difieran más bien en una cuestión de grado y no de presencia/ausencia de un fenómeno. Subrayó la necesidad de centrarse en la historia externa para proponer una periodización de la evolución del español de América, en la que el distingue cuatro etapas: los orígenes (siglo XV), con muchas variantes en convivencia; la época virreinal (siglos XVI a XVIII), más conservadora; la época ilustrada (siglo XVIII), donde hay una «revolución sintáctica», y la época contemporánea (desde el XIX), cuando se conforma el policentrismo del español.

A continuación Andrés Enrique-Arias mostró cómo la comparación de textos paralelos (distintas traducciones de un mismo original), en este caso las biblias medievales (aquí el corpus que él dirige, consúltenlo que es una maravilla), puede utilizarse para investigar la variación estilística a lo largo de la historia. La Biblia es especialmente útil para esto, porque sus distintos libros corresponden también a distintos géneros discursivos y porque contamos con muchas traducciones: es la solución perfecta a la «paradoja de Enrique»: un corpus lingüístico debe ser heterogéneo (para ser representativo) y homogéneo (para ser comparable). Con estos datos Andrés demostró que el uso del artículo más posesivo (la mi casa) fue quedándose como un uso muy marcado estilísticamente, con evocaciones literarias.

Antes del café, José María Enguita nos habló de la conservación en aragonés medieval de dos variantes del adverbio de lugar y (del latín IBI) e yde (de IBIDEM). Este es el mismo adverbio de lugar y del francés e hi del catalán, así como esa terminación tan rara que conserva el castellano en la forma hay.

Ya habiendo repuesto fuerzas, Anna María Escobar hizo un análisis de documentos coloniales de quejas escritos en los Andes, mostrando que, si bien en estos no llegan a traslucir los rasgos típicos del español andino producidos por  contacto con las lenguas indígenas, sí puede observarse que los escritos por indígenas muestran distintas organizaciones discursivas que los escritos por notarios españoles.

A continuación tuvo lugar la primera sesión plenaria, una mesa redonda con el título «Sevilla frente a Madrid»: el título de un artículo clásico de Menéndez Pidal en el que proponía que las diferencias dialectales dentro del español americano podían explicarse por una mayor influencia de la flota de ultramar (con rasgos lingüísticos andaluces) en las zonas marítimas, frente a una mayor influencia de las hablas de la Corte madrileña en las capitales virreinales. Rafael Cano, Eugenio Bustos y Carlos Garatea hicieron un repaso al estado de la cuestión sobre la formación del español en América, así como de los problemas y desafíos que presenta explicar esta cuestión.

Mesa redonda

La mesa «Sevilla frente a Madrid». Foto de Elisa Borsari, gracias a Pedro Mármol

Después de comer volví a ver a Andrés Enrique-Arias, que venía con un programa muy completo. Esta vez hablaba de otro de sus proyectos, sobre el contacto entre español y catalán en Mallorca, haciendo hincapié en el cuidado que debemos tener al atribuir un fenómeno al contacto lingüístico y la necesidad de adoptar una perspectiva histórica. Valga un ejemplo de los que puso: en español de Mallorca es corriente escuchar cosas como pidió cuál era el camino, en el que el verbo pedir se usa con el significado de ‘preguntar’. Sabiendo que en catalán demanar tiene ambos significados (‘pedir’ y ‘preguntar’), es fácil pensar que este uso del español de Mallorca se debe a la influencia del catalán. Sin embargo, la realidad es que el español pedir tenia esa misma posibilidad y la perdió en otras variedades: en Mallorca el catalán como mucho ayudó a conservar un uso antiguo del español:

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Pedir en el Diccionario de Autoridades

Le siguió María Teresa Echenique Elizondo, que dio un repaso de la presencia vasca en el continente americano e hizo una comparación de las influencias del quechua y el vasco sobre el español, como en los casos de objetos nulos (¿Compraste el periódico? Sí compré) que pueden encontrarse en ambas variedades.

Coronó el primer día la plenaria de John Lipski, sobre el español de las múltiples comunidades afrohispanoamericanas, ofreciendo una reconstrucción de su historia. No hay comunidad afrohispanoamericana que se le escape, os lo aseguro. Lipski nos visitó hace unos años en Zúrich y lo conté aquí, muy recomendable.

Inauguración

Carlos Garatea, el rector de la PUCP y Rolf Eberenz inaugurando el congreso. Foto de Elisa Borsari, gracias a Pedro Mármol

Como doce horas de historia de la lengua española son pocas, el martes volvimos a empezar tempranito, empezando con una sesión sobre perífrasis verbales en la que yo misma participaba. Empezó Dorien Nieuwenhuijsen con la historia de la gramaticalización de andar + gerundio: gramaticalización porque andar pierde su significado de ‘caminar’ para adquirir un valor gramatical, referido a acciones frecuentativas y en curso: ando pensando en comprarme un coche puede significar ‘camino mientras pienso en comprarme un coche’ o, más habitualmente, ‘últimamente pienso en comprarme un coche’.

Patricia Fernández analizó el distinto grado de gramaticalización de todas las perífrasis encontradas en El libro de la vida de Santa Teresa de Jesús, mostrando la enorme dificultad que tiene a veces decidir si algo ya es una perífrasis o todavía no con un trabajo de lo más exhaustivo.

Acabamos la sesión Olivier Iglesias y la menda (qué antigualla de expresión, ¿no?) hablando sobre la posición de los distintos pronombres y, particularmente, el pronombre se en las perífrasis a lo largo de la historia: podemos decir tanto María se puede venir como María puede venirse y también Se puede comer marisco en este restaurante o Puede comerse marisco en este restaurante, moviendo el pronombre a nuestra conveniencia. Lo que observamos en nuestros datos es que la posición del se antes del verbo se ve favorecida si este se es pasivo o impersonal (como en el ejemplo del marisco) y en textos más próximos a la oralidad, como cartas privadas.

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Aquí, conferenciando. (Foto de Johannes Kabatek)

Ya liberada y tras una pausa fui a ver a Rosa Espinosa Elorza, que revisó un tema clásico de la fonología histórica: la vocalización de la /-l/ a final de sílaba, que dio dos resultados distintos, a veces una /u/ (salto > sauto > soto, piénsese en el souto del gallego) y a veces una /i/ (multo > muito > mucho, piénsese en el moito del gallego). Pero esa evolución a /i/ de la /l/ es poco frecuente y resulta sorprendente, por eso Espinosa Elorza se pregunta si no habría un paso intermedio en el que la /l/ se asimilaba a la consonante posterior (es decir, multo > mutto > muito > mucho). Muy sugerente, como siempre.

Concepción Company hizo un estudio de los sandhis externos (la «fusión» de dos sonidos contiguos pertenecientes a palabras distintas: me + encanta > mencanta) en un corpus de textos americanos, observando que tienen una tendencia muy fuerte a ocurrir únicamente con «palabras gramaticales» (artículos, preposiciones, pronombres…), por lo que esta propiedad podría considerarse evidencia de que la categoría de palabra gramatical sí tiene sentido en la teoría lingüística.

Micaela Carrera de la red presentó el corpus de cartas de semiletrados en la Gran Colombia en el siglo XIX que está compilando y transcribiendo y dio algunos ejemplos interesantísimos de la lengua que documentan, incluyendo algunos casos del fascinante ser focalizador (estoy es llorando ‘lo que estoy es llorando’).

La brillantísima plenaria de Silvia Iglesias fue una introducción a la pragmática histórica a partir del ejemplo de cómo se formulaban las peticiones durante los Siglos de Oro. Por mucho que nos pueda sorprender, la forma habitual de pedir algo entonces era usando el imperativo (cierra la puerta), con una compleja interacción con el uso de los tratamientos verbales para los distintos grados de cortesía, mientras que la forma habitual de hacerlo ahora, a partir de preguntas indirectas (¿podrías cerrar la puerta, por favor?) no se empleaba en absoluto (¡y de hecho la forma por favor aparece en el  siglo XIX!).

Rita Eloranta y Anton Granvik discutieron las características lingüísticas de los documentos andinos que muestran las transcripciones de los inventarios que los indígenas recogían en los quipus: un sistema de numeración y contabilidad inca que se reflejaba a partir de nudos. Hay cosas interesantísimas en el mundo.

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Un quipu del museo de Pachacamac. Habrá mil fotos mejores en la red, pero no tendrán la sombra de servidora tomando la foto reflejada en el cristal.

Acabamos el día con una mesa redonda titulada «América en la historiografía lingüística del español», a cargo de Pedro Álvarez de Miranda (con un fantástico repaso a la historia de los diccionarios y vocabularios que recogieron léxico americano a lo largo de la historia), Luis Fernando Lara (con unas observaciones muy interesantes acerca de la necesidad de prestar atencion a los distintos pueblos que conforman y conformaron las Américas para comprender la historia del español) y Jens Lüdtke (que reflexionó sobre las cuestiones ideológicas que interfieren a menudo el trabajo de los historiadores, incluidos los de la lengua).

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En la mesa «redonda». (Sí, el chiste es malo, pero había que hacerlo.)

En esa misma mesa redonda se subrayó la importancia de hacer llegar nuestras investigaciones al público no especializado, lo que me animó a escribir esta crónica, ya que en esta edición nos está faltando (mucho) la divulgadora por excelencia de la historia de la lengua del español: Lola Pons. Si os ha entrado el gusanillo, aquí os dejo su maravilloso blog.

Quedan dos días de congreso, que ya les contaré. Ahora me voy a disfrutar un poco de Lima. (Por cierto, he tomado muy pocas fotos de las charlas, pero estoy mendigando a otros asistentes e intentaré poner alguna más poco a poco.)

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